«He vuelto al voluntariado por esta crisis y ahora tengo claro que seguiré»

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

SOCIEDAD

cedida

La educadora subraya que «esta es una situación muy complicada y un aporte mínimo es una ayuda enorme»

26 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El covid-19 ha activado un ejército de voluntarios dispuestos a regalar su tiempo para ayudar a los más vulnerables. Muchos están ahí desde siempre, otros se han alistado para echar una mano en vista de la delicada situación social y algunos regresan a filas años después. Este último es el caso de María Concepción Vázquez Fernández, estradense de adopción desde que en septiembre del 2018 empezó a trabajar como educadora infantil en la escuela A Galiña Azul de A Baiuca. Conchy es originaria de Sanxenxo, tiene 40 años y tiene energía y generosidad para dar y repartir. «Empecé en Cruz Roja en Pontevedra hace diez años, cuando aún no trabajaba. Me preparé en animación hospitalaria infantil para hacer actividades con los niños ingresados. Colaboré también impartiendo charlas en institutos sobre sexualidad y enfermedades de transmisión sexual, drogas o nutrición y también di un curso de habilidades sociales para los reclusos de la prisión de A Lama», resume Conchy.

Aquella etapa duró año y medio. Después, Conchy tuvo que desplazarse por razones de trabajo a la zona de Val Miñor y Nigrán y dejó el voluntariado.

Diez años después, la crisis del coronavirus la ha devuelto a la acción. «Cuando se paralizó todo, decidí quedarme en A Estrada. Lo pasé mal. Lloré y todo porque mi padre está bastante malito. Lleva encima 17 operaciones, cuatro en solo cinco meses, y tiene 82 años. No podía arriesgarme a irme con mi familia», explica. «Aquí en A Estrada vivo en un piso de 30 metros cuadrados sin balcón y al no estar trabajando tengo tiempo más que suficiente para dedicarle al voluntariado. Por eso me apunté de nuevo. Me puse en contacto con Cruz Roja y también con el Concello para colaborar en el banco municipal de alimentos», explica. «Estamos en una situación muy complicada y un aporte mínimo puede ser una ayuda enorme. Yo me considero una persona empática y generosa. Siempre pienso en lo que me gustaría que hiciesen por mí», comenta la voluntaria.

Su labor en Cruz Roja consiste en hacer seguimiento telefónico de las personas vinculadas a los programas de la oenegé, que entre A Estrada y Lalín suman 2.400. «Me presento, les pregunto cómo van, si están guardando las medidas de seguridad y si necesitan algo. Me encanta hablar con los mayores. Yo les doy coba y me cuentan de todo. Lo que van a hacer para comer, que quieran que vuelva Felipe González... Son superagradecidos. Alguno me dice que nos tenían que pagar más», comenta.

En el servicio municipal de prestación de alimentos. Conchy hace entregas o repartos de víveres a quienes más lo necesitan.

«Es una satisfacción personal»

Ahora que ha vuelto al voluntariado, Conchy está convencida de que ya no podrá dejarlo. «El tiempo que tenga libre seguiré echando una mano. Lo tengo claro. Me siento bien ayudando. La gente me recompensa con creces con su forma de ser, con su sonrisa. Una señora que atendí en persona me contó que de joven también fue voluntaria. Se le empañaban los ojos... Hasta me regaló galletas. Esto es una satisfacción personal que no me la da nada», asegura.

El taller cruceño de Confecciones Naty reabre para fabricar batas protectoras

El covid-19 agudiza el ingenio. El desabastecimiento de equipos de protección ha llevado a muchos vecinos a embarcarse en iniciativas solidarias para ofrecer soluciones. Es el caso de los cruceños José Ramón Moire y de su mujer Naty Iglesias. Regentan la cadena de tiendas Naty, con cinco establecimientos de moda en A Estrada, Boiro, Ourense y Pontevedra. Hasta hace cinco años fabricaban el 90 % de las prendas en su propio taller. Estos días, el taller ha vuelto a la actividad para dar respuesta a las demandas de protección. Una funeraria les pidió presupuesto para elaborar 1.000 batas de protección. Ellos colgaron en las redes sociales la imagen del patrón de la bata y les llovieron nuevas propuestas de las resiencias de A Estrada, Silleda y Cruces y de alguna clínica dental. «O problema é que a tela é difícil de conseguir e que cos precios de China non podemos competir. Eles teñen batas a 50 ou 80 céntimos. Aquí o metro de tela sáeche a 1,95 euros e cada bata leva 1,60. A pouco que cobres por coser poste en catro euros sen ganarlle casi nada. Por menos non se da feito», explica Moire.

La empresa ha colaborado aemás altruistamente en la iniciativa del Grupo de Apoio Mutuo de Cruces, vinculado al colectivo Levedar, que, con ayuda de mucas manos, ha puesto a disposición de los vecinos cruceños de forma gratuita 4.200 mascarillas.

Las mascarillas solidarias de Sara

La modista estradense Sara Durán atajó la falta de mascarillas con la fabricación de tapabocas reutilizables en tejido TNT. Anunció en las redes sociales las 150 primeras y agotó existencias en menos de 24 horas. Desde entonces fabrica 120 al día, ahora también para niños, combinando el tejido TNT con estampados infantiles. «Teño unha lista de espera coma no Sergas», dice.

Cáritas toca la reserva tras repartir 3.000 kilos de alimentos desde marzo

Cáritas A Estrada ha sumado en el último mes y medio veinte nuevas familias beneficiarias del banco de alimentos y de las ayudas para afrontar el pago de alquileres y recibos de la luz. «En este momento estamos dando servicio a unas 170 familias», explica el director de Cáritas A Estrada, José Manuel Vázquez Núñez. Según explica, el mayor número de usuarios y el mayor consumo de las familias -ahora con todos los miembros confinados en casa- está provocando un resentimiento de las reservas de alimentos no perecederos. «Desde que empezou o confinamento levamos repartidos 3.000 quilos de alimentos. Desde o inicio de ano son uns 5.000. Estamos tocando a reserva», explica. «Calculo que nos quedarán uns 5.000 quilos, pero se isto segue a este ritmo... Se aguantamos de aquí a setembro vasi ser unha hazaña», dice José Manuel Vázquez. «Esperamos que de aquí a xuño a Unión Europea nos envíe outros 2.500 de excendentes alimentarios. E teremos que empezar a buscar novas aportacións de alimentos non perecedeiros e tamén económicas, para afrontar os alugueres e os recibos», advierte.

De lo que está sobrado Cáritas es de apoyos. Muchas personas se han ofrecido a echar una mano. Por el momento, la organización se apaña con dos voluntarios de los de siempre para reducir posibilidades de contagio. «Fixemos un ERTE de voluntariado», bromea Vázquez.