Los buses de Londres, gratuitos y con la puerta delantera cerrada para evitar contagios a los conductores

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

José David Mostafá Rodríguez, de Culleredo,  conductor de bus en Inglaterra
José David Mostafá Rodríguez, de Culleredo, conductor de bus en Inglaterra CEDIDA

El colectivo de chóferes ha sufrido unas veinte muertes. Dos gallegos explican cómo la crisis está afectando al transporte público

24 abr 2020 . Actualizado a las 12:13 h.

Una  de las muchas imágenes icónicas de Londres son sus buses rojos. Han perdido mística con los años, y también se han ido fraccionado en diversas compañías, pero han ganado en diseño y comodidad. Y como parte inherente a la ciudad, tampoco se libran de los efectos del coronavirus. Una de las últimas medidas adoptadas por el alcalde (cuyo padre también fue conductor de autobús) esta misma semana, y recogida ampliamente por la prensa, fue la de hacer gratuitos los trayectos en la capital inglesa, además de mantener cerrada la puerta delantera. En ambos casos, para evitar contactos con los conductores, un amplio colectivo de una compañía de más de 21.000 personas (para 700 rutas de 14 compañías repartidas por 82 grandes garajes) que ya ha sufrido una veintena de fallecimientos debido a esta enfermedad. Los accesos y salidas deben hacerse por la puerta del medio o la de atrás (depende del vehículo), y los pagos ya se realizaban con tarjeta, pero de este modo se evita cualquier tipo de interacción con los viajeros.

Miguel Orosa Sánchez conoce muy bien los buses de Londres. Trabaja en una de sus compañías como controlador desde hace casi cinco años y medio, y antes fue conductor otros tres y medio. Tiene 33 años, y es hijo de la emigración gallega, de Culleredo por un lado, y de Vilalba por el otro. Explica que, por supuesto, se está notando mucho el descenso de usuarios, pero también ha bajado la frecuencia de rutas, más o menos equiparable ahora a la de los domingos de antes. En realidad, ha bajado todo el tráfico: él, que vive en las afueras, tardaba 75 minutos en llegar el trabajo, y ahora apenas 35. Y la falta de usuarios implica falta de dinero, por lo que algunas empresas (la suya, no) ya han aplicado el equivalente a un ERTE. Y como el transporte londinense no tiene ahora subvenciones públicas como antes, el panorama no es muy alentador si la situación se prolonga mucho tiempo. Tampoco hay demandas de trabajo ni opción de hacer horas a mayores.

Curiosamente, la gratuidad ha llevado aparejado un mayor uso de los autobuses. Como no hay un confinamiento estricto como en España, muchos residentes han aprovechado para salir de sus casas y dar un paseo en el autocar o desplazarse a los parques aprovechando el buen tiempo. Algunas líneas han visto como se incrementaba su número de ocupantes notablemente, explica Miguel .

Los cambios en el transporte también se ven en las ciudades pequeñas. Por ejemplo, más hacia el norte, en Haverhill, en el condado de Suffolk, no lejos de Cambridge. Allí reside ahora José David Mostafá Rodríguez, de Castelo (Culleredo). Tiene 41 años y llegó a Londres con 15. Estuvo en la hostelería y después fue conductor de bus en la capital durante unos nueve o diez años. Desde hace dos, se trasladó con su familia a esta localidad de unos 28.000 habitantes, donde también conduce autocares: escolares, público en general, rutas programadas... Es otro mundo muy distinto al de Londres, donde los vecinos se conocen y se cuentan sus cosas en los trayectos. Pero también aquí se ha notado mucho el descenso de viajeros. «De levar os dous pisos a tope, algún día desta semana tiven cinco persoas», explica. En su caso, señala que los medios de protección que le han dado son muy buenos, por lo que el miedo al contagio es relativo. «Algún medo sempre hai, sobre todo cando ves a xente que non sae da casa, pero...». Espera que la situación mejore cuanto antes para seguir como siempre. «A xente é moi ambable, fante sentir moi ben. Aquí estase se maravilla».