Videollamadas, bingo en el pasillo y positivismo para mantener lejos al covid-19

SOCIEDAD

El personal de la residencia San Simón, en Cacheiras, se ha empeñado en afrontar la crisis poniéndolo humor y sonrisas al gran esfuerzo que están realizando
El personal de la residencia San Simón, en Cacheiras, se ha empeñado en afrontar la crisis poniéndolo humor y sonrisas al gran esfuerzo que están realizando

La residencia de ancianos San Simón, de Teo, se mantiene sin ningún positivo, tras prohibir las visitas antes de que fuese obligatorio

11 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace semanas, Silvia ha colgado el traje de chaqueta que suele usar en su puesto de recepción y ha vuelto a ponerse el pijama, recuperando sus labores de hace años, cuando trabajaba como auxiliar de centros de la tercera edad. Y es que la crisis ha obligado a todo el personal de la residencia San Simón de Ons, en Cacheiras (Teo), a arrimar el hombro. La directora pone lavavajillas, la fisioterapeuta reparte cenas... Todos reman para lograr un día a día saludable y agradable en un centro que ha logrado mantener a raya al coronavirusNinguno de sus 85 residentes ha dado positivo. Tampoco ninguno de sus más de 40 trabajadores.

«Nos hicieron las pruebas un jueves y nos dieron los resultados un sábado. Nunca pensé que un resultado pudiese hacer tan feliz. Las hubo incluso que lloramos, tal era la tensión que llevábamos acumulada. Saber que nosotras no podíamos ser un peligro para los abuelos nos relajó», cuenta Silvia. 

Para ella, en ese éxito que supone no tener ningún positivo hubo una decisión clave: la directora del centro anuló las visitas a residentes días antes de que la Administración tomase la misma decisión (no quedaron prohibidas en todos los centros de mayores gallegos hasta el viernes 20 de marzo). La medida les trajo problemas con algunas familias que no entendieron la decisión, e incluso amenazaron con denuncias. «Veía lo que estaba sucediendo en otras comunidades como Madrid y sabía que eso iba a llegar también aquí. Así que, aunque la normativa solo limitaba las visitas pero no las prohibía, me la jugué y cerré. Pensé ''cuando acabe esto y tenga que dar cuentas las daré'' pero sabía que la decisión que estaba tomando era la mejor para mis mayores, y para mí ellos son lo primero. Gracias a eso hoy tenemos cero positivos», explica Cristina Calvo, directora de la residencia, que señala que ahora hasta las familias más reticentes están agradecidas al ver que la triste situación de otros centros no se da en el de sus seres queridos.

«Nunca pensé que un resultado te hiciera tan feliz. Algunas incluso lloramos»

Ante esa falta de contacto personal entre residentes y parientes que dura ya más de seis semanas, el equipo de San Simón se ha convertido en el nexo de unión: «Somos la conexión con las familias», dice Silvia. Y no han escatimado en medios. El horario de llamadas telefónicas se ha ampliado, aunque la centralita apenas dé abasto. Las videollamadas se multiplican. También se ha dado a las familias la opción de que les escriban cartas a través del correo electrónico, que el personal de la residencia lee a los residentes que no pueden hacerlo por sí mismos. «Te sorprenden las reacciones. No te puedes imaginar, por ejemplo, cómo reacciona una persona con un alzhéimer avanzado cuando ve la cara de su familiar en la pantalla y escucha su voz. A mí esto me está valiendo para aprender cosas muy bonitas de mi trabajo», dice Silvia emocionada.

Para que las familias también puedan ver ese momento, graban vídeos mientras leen las cartas y se los envían. Y no es lo único que se les manda. Montajes de ánimo, coreografías al ritmo del ya icónico Resistiré acompañados por los mayores del centro, las actividades que se hacen con los residentes... «Todo se graba y se le hace llegar a las familias para que los vean y vean cómo están, porque entendemos que es muy complicado de repente no verlos durante más de un mes», explica la trabajadora.

Entre esas actividades que se inmortalizan, una de las estrellas es el «bingo pasillero». La animadora del centro se coloca en el pasillo, y los mayores con sus mesas en el marco de sus puertas, respetando las distancias preceptivas. La diversión está servida, a pesar de que en esta residencia se tomó también la decisión de confinar a cada usuario en su habitación, evitando las concentraciones de residentes en zonas comunes.

Eso ha multiplicado el trabajo. Así que desde la directora a la fisio colaboran ahora en la tarea de dar desayunos, comidas y cenas cuarto por cuarto. Hasta las recepcionistas se encargan de sacar a pasear por el centro a los residentes en pequeños grupos, vigilando que mantengan las distancias y no se quiten guantes ni mascarillas. «Todos hacemos de todo, allí donde se nos necesita, allí vamos. Se nos olvidó ya cuál es nuestro puesto definitivo», dice con risa en la voz la directora Cristina.

Ella asume a diario una labor importantísima: dar apoyo psicológico individual a cada uno de los residentes. Para los que más se desorientan, Cristina se encarga de seguir recordándole a través de fotos que su familia está presente. «Hay personas que se olvidan, así que todos los días voy habitación por habitación con sus fotografías y les digo ''mira, quién es, es tu hijo, y tu hijo te quiere mucho'', para ir afianzando», detalla.

Todo esto hace que las horas de trabajo se hayan multiplicado durante la crisis, pero Cristina asegura que el equipo ha respondido de maravilla, y aborda la situación con empeño, esfuerzo y cariño. Los cumplidos también vuelan en la dirección inversa. «Ella ha sido la primera en bajar al barro, hace de todo, trabaja los festivos... Y siempre con una sonrisa. ¿Si tu directora hace eso, cómo no lo vas a hacer tú?», afirma convencida Silvia.

«Nuestro trabajo no es agradecido, pero ahora las familias nos apoyan como nunca»

La unión del grupo es una de las cosas positivas que han sacado de la crisis. Pero también la unión con las familias. «Nuestro trabajo no es demasiado agradecido, pero ahora las familias nos dicen ''¡qué haríamos sin vosotras!''. Tenemos un apoyo como nunca habíamos visto», explica Silvia. De hecho, parientes y donantes particulares les permitieron contar con material de protección al principio de la crisis, al responder a las peticiones que el centro hacía en redes sociales. «Está saliendo la parte buena de todo el mundo», dicen desde este centro, en el que se empeñan en ver el lado positivo a esta crisis que, creen, marcará un antes y un después en su labor. El momento de las críticas, aseguran, llegará cuando todo haya pasado.