Año 536, «el peor para vivir de la historia»

SOCIEDAD

NASA

Se registró uno de los eventos climáticos más devastadores que cambiaría la historia para siempre

05 abr 2021 . Actualizado a las 12:22 h.

En los textos hallados de un destacado historiador bizantino que respondía al nombre de Procorio de Cesarea, aparece una descripción precisa de lo sucedido en el año 536. «El Sol emitía su luz sin brillo, como la Luna. Parecía como un eclipse, ya que los rayos solares no eran claros, al menos no como los que acostumbra a dar». Relatos parecidos se redactaron por todo el mundo, desde Irlanda hasta China. Estaban describiendo los efectos de un fenómeno que daría paso al famoso invierno interminable, que duró 18 meses. La historia se refiere al 536 como «el peor año para estar vivo». 

Aquel largo período de bajas temperaturas que afectó especialmente al hemisferio norte trajo consigo hambrunas, guerras y enfermedades. Quizá por ello, a lo largo de los siglos la ciencia ha tratado de saber qué provocó exactamente el enfriamiento repentino más intenso de los últimos dos milenios según los registros. La temperatura media global durante el verano descendió hasta 2.5 grados, iniciando la década más fría de los últimos 2.300 años.

La ciencia puede acceder al clima del pasado de varias formas. Una por ejemplo es analizando los anillos de los árboles, una técnica que se conoce como dendrocronología y que ha permitido remontarse hasta 10.000 años. Otra forma de viajar en el tiempo es a través del hielo de los polos, que puede llegar a tener hasta cinco kilómetros de grosor. El hielo se sondea y  revela cuáles fueron las temperaturas de determinadas épocas, mientras que las burbujas de aire que contienen informan sobre la evolución de la atmósfera. El más antiguo que se ha investigado está en la Antártida y tiene unos 800.000 años.

No hace mucho, un grupo de investigadores estadounidenses analizaron el núcleo del hielo de Groenlandia. Y justo en las capas que datan del siglo VI hallaron grandes cantidades de níquel y estaño, sustancias propias de un cuerpo del espacio exterior. A partir de ahí trataron de atar cabos. La comunidad científica sabe que en el año 530 después de Cristo pasó por la Tierra el cometa Halley y que la lluvia de meteoros que generó fue muy intensa. Sin embargo, los investigadores siempre han mostrado su escepticismo sobre la posibilidad de que este fenómeno astronómico pudiese provocar un evento climático de esas dimensiones.

Los estudios más recientes apuntan como responsable a un evento mucho más común en la historia de la Tierra y que sí tiene un impacto en el clima global: una potente erupción volcánica. Las cenizas volcánicas llegaron hasta la estratosfera, oscureciendo el cielo e impidiendo el paso de los rayos solares. Lo que todavía no está tan claro es donde se produjo esa explosión tan devastadora. Algunas tesis apuntan a Islandia, otras que fue el volcán Krakatoa, en Indonesia, y muchas señalan al Ilopango, en El Salvador. 

En lo que sí coinciden la mayoría de las investigaciones es en la relación que existe entre los efectos de este drástico cambio climático con un intenso período de sequías y hambrunas alrededor del mundo que provocó una de las tres plagas más devastadoras de la historia, la de Justiniano, que ocurrió en el 541 y que llegó a matar unas diez mil personas cada día. Hasta el año 590 siguieron sucediéndose algunos brotes que acabaron con la vida del 25 por ciento de la población y que golpeó duramente a uno los imperios más famosos de la historia, el Romano. 

La agricultura también se interrumpió casi por completo ya que el abandono de las granjas fue masivo y no volvieron a ser ocupadas durante décadas, o incluso siglos. Sin presencia de los seres humanos la vegetación tomó el control de las tierras y su crecimiento retiraba el dióxido de carbono de atmósfera de forma abundante. Tanto que la temperatura media del planeta descendió, según propone la hipótesis de Ruddiman