Loreto Corral: «Cuidamos las mascotas de quienes están en la primera línea contra el coronavirus»

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

SANDRA ALONSO

La residencia canina Cangal, en Santiago, también acoge animales de víctimas de violencia de género

22 abr 2020 . Actualizado a las 08:43 h.

Habían pasado un par de semanas desde que se declaró el estado de alarma en España. Con la población confinada en sus casas por el COVID-19, se cancelaron todos los viajes y escapadas de fin de semana, algo que repercutió directamente en la actividad de la residencia canina Cangal de Santiago, en el lugar de Roán (parroquia de Fecha). Con sus instalaciones a medio gas, la dueña del negocio dio un paso al frente a finales de marzo para hacerse cargo de forma gratuita de los animales domésticos de quienes están estos días al pie del cañón. «Cuidamos las mascotas de quienes están en la primera línea contra el coronavirus», dice Loreto Corral, quien abrió su residencia canina en febrero del año pasado pensando en que sirviera también como refugio para el rescate, rehabilitación y adopción de perros de razas potencialmente peligrosas (PPP), especialmente estigmatizados a nivel social.

La idea, dice Loreto, es «devolver la ayuda que prestan» a todos los profesionales que trabajan en los servicios de emergencias y hospitales, así como a los propios enfermos que se hayan contagiado por el COVID-19. Esta exguía militar de perros cuenta que tiene varios amigos que se dedican a la atención sanitaria, al igual que entre las fuerzas de seguridad y «están haciendo turnos eternos». Por eso ella decidió encargarse de sus animales de compañía durante el tiempo que lo necesiten para que tengan una preocupación menos encima.

El primero que llegó a Cangal a través de este servicio fue Sammy, un golden que hasta ahora no había pisado la residencia de Fecha. Su dueña, Carla, trabaja en el Clínico. Es médica y hace guardias de 24 horas. «Está genial que Sammy pueda quedarse con ellos durante toda mi jornada de trabajo en la uci», destaca. Otra facilidad añadida es que, como en el caso de Carla, que no tiene coche, la residencia canina también se ocupa también de recoger al animal a domicilio en su furgoneta adaptada y de entregarlo al día siguiente. 

Para todo tipo de animales domésticos

Por el momento, estas acogidas temporales han sido solo de perros, pero el servicio está abierto también para gatos y otro tipo de mascotas, reparan desde Cangal.

Otra trabajadora del sector sanitario que también confió el cuidado de su peludo a Loreto es Lucía, quien ya había contactado antes con la residencia para educar al nuevo integrante de la familia, Tremo, un cruce de beagle adoptado hace un par de años en Bando. Ante la sospecha de que había una persona contagiada en su entorno, dejó a su otro perro (Boby) a la familia y Tremo pasó 13 días en Cangal como media de prevención. «No cobramos la estancia, pero ella insistió en dejar un donativo, que se ha destinado en parte para la asociación 3PA y en parte para el Refugio de Bando», dice Loreto Corral.

«Ha surgido otro perfil de cliente ahora, con el estado de alarma. Son los que sacan a su perro 5 minutos al día y lo traen a la residencia canina un día para que puedan correr y tengan la actividad física que necesitan», continúa. Además, cuida a otros animales que, por diferentes motivos, no pueden atender sus familias. Por ejemplo, uno de Cee, cuya propietaria es ya mayor y tiene dificultades de movilidad.

¿Los protocolos de seguridad? «Seguimos el mismo de siempre: cuando llegan los animales, los lavamos con agua y jabón, como se hace generalmente. Utilizamos los utensilios mínimos. Si los traen, se desinfectan con un pulverizador de clorhexidina; y si los ponemos nosotros, luego se limpian o se tiran. A nivel personal, usamos guantes, mascarillas, gel hidroalcohólico y guardamos la distancia de seguridad, incluyendo las recogidas y las entregas», dice Loreto.

Cangal se ha adherido paralelamente al programa VioPet, que acoge animales domésticos de víctimas de violencia de género, en muchas ocasiones, utilizados por parte del maltratador para amenazar o para tomar represalias. «Nos sumamos hace poquito y se pusieron en contacto con nosotros para hacernos cargo de dos pastores alemanes y un yorkshire de una chica, pero al final fueron derivados a otra ciudad», explica Loreto Corral.