La Generalitat asegura que con la independencia «habría menos muertos»

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

SOCIEDAD

Meritxell Budó, consejera de Presidencia de la Generalitat de Cataluña
Meritxell Budó, consejera de Presidencia de la Generalitat de Cataluña David Zorrakino

Argumenta que, de tener competencias, habría decretado quince días antes un confinamiento total, a pesar de que los independentistas animaban a su parroquia a acudir a un acto multitudinario en Perpiñán el 29 de febrero

20 abr 2020 . Actualizado a las 21:49 h.

 

El independentismo catalán ha convertido la crisis del coronavirus en una oportunidad para su batalla política. Insiste casi a diario en que la única prioridad que tiene en estos momentos es librar la batalla contra la pandemia. Pero no hay día en que no aproveche para cargar contra España y contra el Gobierno central y para dejar el mensaje de que si Cataluña fuera independiente habría afrontado de forma distinta la pandemia y la cifra de muertos sería mucho menor. Hasta ahora eran más o menos insinuaciones. La Generalitat lo dijo este lunes con todas las palabras: «No habría habido ni tantos muertos ni tantos infectados», afirmó la consejera de Presidencia, Meritxell Budó, en RNE.

El secesionismo, que obvia su polémica gestión en las residencias de ancianos, que son competencia de la Generalitat, pone como ejemplos de una administración acertada de esta crisis a Dinamarca e Israel, dos estados pequeños, con una población similar a Cataluña, que registran cifras de muertos muy bajas en comparación a España, Italia, Francia, pero también que la propia Cataluña, que ha superado ya los 8.200 fallecidos de acuerdo al nuevo método de recuento de la Generalitat.

El Govern cree que si Cataluña fuera un estado habría tomado medidas distintas y habría podido controlar la pandemia. Por ejemplo, el Ejecutivo catalán considera que el Gobierno central tenía que haber decretado mucho antes el confinamiento duro de la población. Al menos quince días antes, según sostienen los dirigentes soberanistas.

Las voces de alarma, en cualquier caso, también fallaron en Cataluña. Quince días antes de que Pedro Sánchez decretara el estado de alarma, el 14 de marzo, el Govern hablaba de casos «controlados» y animaba a su parroquia a que acudiera al acto multitudinario que Carles Puigdemont protagonizó en Perpiñán el 29 de febrero. El 1 de febrero, el secretario de Salud Pública de la Generalitat, Joan Guix, afirmaba que «difícilmente esto se podría convertir en un problema de salud pública». El 9 de marzo insistía en que estaba más preocupado por la gripe que por el coronavirus. Nuevo relato Desde el independentismo aseguran que el ´procés´ está aparcado, así califican cómo está la mesa de diálogo con el Gobierno, pero prepara ya el relato para el día después de la pandemia. Y ese relato pasa por que España no es útil para los catalanes, según afirmó Oriol Junqueras días atrás, y que solo una Cataluña independiente puede garantizar una mejor gestión de las crisis que puedan llegar en el futuro. El Govern ha mantenido una posición de dura oposición con el Gobierno de Sánchez durante toda la pandemia. Primero exigió el confinamiento duro y rechazó el mando único y ahora reclama un papel más protagonista en la desescalada. La Generalitat, no obstante, «celebró» hoy lo que a su juicio ha sido un cambio en la actitud de Sánchez respecto a las autonomías pues cree que empieza e entender que el desconfinamiento deberá ser asimétrico. En cualquier caso, el Gobierno catalán no dio hoy precisamente un ejemplo de coordinación en la gestión. Por un lado, el día en que empezaba a distribuir las mascarillas gratis que había prometido a la población, un fallo en el sistema colapsó las farmacias. Y por otro, las Consejerías de Presidencia (JxCat) y Salud (ERC) volvieron a airear sus diferencias. En este caso, por el plan de desescalada, diseñado por el investigador Oriol Mitjà, que prevé implantar el uso de un pasaporte de inmunidad. La consejera de Salud se desmarcó de la propuesta.