La paradoja gallega: los ingresos en uci bajan más rápido que en otros lugares

SOCIEDAD

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Los servicios médicos estaban preparados para una situación peor de la ocurrida

18 abr 2020 . Actualizado a las 07:52 h.

Si una persona se infecta por coronavirus y su situación empeora pueden pasar entre 12 y 13 días desde el inicio del contagio hasta su ingreso en una uci. Es la lógica que ha seguido la evolución de la epidemia y lo que también explica que los picos de mortalidad y la atención en unidades de cuidados intensivos sufran un retraso de unas dos semanas con respecto al máximo de contagios.

Siempre vienen por detrás. Es lo que se ha observado en las comunidades autónomas. En todas, menos en Galicia, donde las autoridades sanitarias se habían preparado para una situación que finalmente no ha ocurrido. Es más, el mayor nivel de ocupación en ucis se alcanzó el 4 de abril, con 178 pacientes, coincidiendo prácticamente en el tiempo con el apogeo de la curva de contagios, pero lo que ocurrió a partir de ese momento fue un descenso continuado de personas ingresadas, hasta el punto de que el porcentaje de reducción entre esa fecha y el día de ayer alcanzó el 34,26 %. Es el porcentaje más elevado entre las comunidades que facilitan datos de ocupación de las unidades en el momento actual, sin tener en cuenta los acumulados. En esta situación se encuentran Madrid, donde la disminución desde el pico máximo es del 24,47; Castilla-León, del 16,34 % y Castilla-La Mancha, 12,2 %.

No existe, sin embargo, una explicación a este misterio. «Puede ser una cuestión aleatoria, en la que también hay que tener en cuenta que una cosa es estudiar grandes poblaciones, en las que siempre vas a ver una evolución esperada entre contagios, hospitalizaciones e ingresos en ucis, y otra zonas con menor población y contagios, en las que cualquier pequeña variación puede hacer cambiar la situación», explica Pedro Rascado, coordinador del plan nacional de contingencias de las ucis frente al coronavirus y especialista de esta unidad en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS).

Rascado cree, en cualquier caso, que el hecho de en Galicia el brote epidémico fuera por detrás de otras comunidades le permitió estar mejor preparada para afrontar el peor de los escenarios, una situación crítica que nunca se llegó a dar. «Creo —dice— que aquí lo fundamental fue que tuvimos tiempo para preparar los hospitales, para que cada uno pudiera desarrollar su propio plan de contingencia. Lo teníamos todo organizado, sabíamos qué hacer en las ucis. Todo eso lo hicimos y, probablemente, eso nos permitió, aparte de que aquí la incidencia fue menor, sobrellevar mejor la situación». El especialista asegura que «estábamos preparados para recibir a un número de pacientes más alto del que finalmente tuvimos —se habían habilitado 274 camas uci—, para afrontar una situación todavía peor, porque de las diferentes fases de nuestro plan de contingencia nunca llegamos a aplicar la última».

Pero, pese a que lo peor ha pasado en Galicia. Rascado cree que no se debe bajar la guardia. «Pasamos —dice— esta fase de pico, pero las ucis siguen teniendo a muchos enfermos con COVID-19 que tenemos que atender y seguramente seguiremos recibiendo a más en las próximas semanas». Y advierte: «Es importante que la población sea consciente de que esto no se ha solucionado y de que todas las medidas que se recomiendan hay que seguirlas muy estrictamente».

«Estamos a pocas semanas de decir que ya lo hemos superado»

«Hemos aprendido que la enfermedad es más grave de lo que se pensaba. También que no vale cualquier respirador, sino que debe cumplir unos mínimos tecnológicos indispensables; que no es un problema solo pulmonar, pues puede presentar disfunciones a nivel multiorgánico, o que la sobreinfección bacteriana es también muy frecuente». Este es el diagnóstico ofrecido ayer, pasado lo peor de la epidemia, por Ricard Ferrer Roca, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) en una conferencia telemática.

Aun así, se mostró optimista: «Creo que estamos a pocas semanas de poder decir que lo hemos superado». Recordó que la crisis llevó a que las camas de algunas unidades llegaran «a triplicarse e incluso a establecerse en zonas extrahospitalarias, como el hospital creado en Ifema» y avanzó que ahora «el problema se centra en los pacientes críticos». Es el momento en el que las uci se enfrentan a pacientes más necesitados de soportes ECMO — equipos de ventilación mecánica que permiten realizar la función respiratoria y limpiar la sangre, mientras que los pulmones pueden permanecer menos activos—, en especial para aquellas personas ya hospitalizadas, pero cuyo diagnóstico se ha complicado. Los pacientes obesos son los que más necesitan soporte respiratorio.