El «Cumpleaños feliz» comunitario para Lila en su 92 aniversario

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez NOIA / LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS CREO

Fue una mujer adelantada a su tiempo, trabajó, viajó por medio mundo y ahora vive el confinamiento rodeada de sus vecinos de O Curro

17 abr 2020 . Actualizado a las 10:21 h.

Poco podía imaginarse Peregrina García Mayo, Lila para la familia y los amigos, que soplaría las 92 velas confinada en su casa de la noiesa plaza de O Curro, de la que no se mueve muy a su pesar desde que se decretó el estado de alarma. Sin embargo, puede presumir de haber contado en la celebración de este aniversario con la compañía de todos sus vecinos, que le cantaron un cumpleaños feliz comunitario y le hicieron un regalo.

El de O Curro es un vecindario muy bien avenido en el que prácticamente todo el mundo se suma al aplauso de las ocho de la tarde, incluida Lila y su familia. «Es un momento muy gratificante, salimos todos, es el momento de relacionarnos los unos con los otros», cuenta su hija. Pero la semana pasada hubo un día especial en el que la música que suele sonar en la plaza a la hora de los aplausos comenzó con los acordes del Cumpleaños feliz, que todos empezaron a cantar desde las ventanas. Lila tardó un rato en caer en la cuenta de que era a ella a quien le cantaban: «Estaba feliz, contentísima, fue una sorpresa enorme». Una alegría que se sumó al regalo que le hicieron sus vecinos, una caja de bombones que llegó hasta su casa izada con una cuerda desde la plaza.

Ella no puede contarlo en primera persona porque, a sus 92 primaveras, la memoria se le nubla y ya no lo recuerda: «Pero en aquel momento sí fue consciente de lo que estaba pasando y estaba muy feliz». Desde su casa agradeció el regalo a todas y cada una de las cabezas que asomaban a las ventanas y que quisieron sumarse al pequeño homenaje a Lila en medio del confinamiento. Nadie quería perdérselo, entre otras razones porque es una persona muy conocida en Noia, que mientras pudo tuvo una participación muy activa en la vida social noiesa, y porque «se lo merece».

Procesiones y excursiones

Dice su hija que fue una mujer adelantada a su tiempo, en muchos aspectos. Aunque nació en Outes, se estableció en su actual casa de O Curro siendo una niña. Estudió magisterio, pero la casualidad hizo que le saliera trabajo llevando las cuentas de la compañía de seguros Santa Lucía y de los establecimientos Gundín, y allí se quedó hasta su jubilación: «A diferencia de lo que era habitual entonces, no dejó de trabajar cuando se casó».

Es más, su marido estaba embarcado, así que le tocó ocuparse de la casa y del cuidado de los hijos al tiempo que trabajaba. Durante años se encargó de las procesiones de Semana Santa de la Orden de los Franciscanos, y también organizó múltiples viajes que la llevaron, junto a muchos otros noieses, a recorrer medio mundo, incluso cuando ya peinaba canas. El último gran viaje que hizo al extranjero fue a Rusia, en el 2006: «Para los años en los que le tocó vivir, se movió siempre muchísimo, en todos los aspectos».

El confinamiento

Poco a poco, la edad y los achaques fueron reduciendo su actividad, hasta que ahora el coronavirus la ha obligado a parar por completo. El año pasado se operó de una cadena, y a pesar de su edad se recuperó y, aunque su movilidad quedó mermada, seguía saliendo de casa a diario, hasta ahora. «Estamos deseando que pueda salir a la calle porque para una persona mayor como ella es muy complicado estar encerrada. Con el confinamiento ha pegado un bajón grande, mayor incluso que cuando se operó, también de consciencia. La gente tan mayor ya tiene muy limitadas sus relaciones sociales y les afecta mucho tener que estar aislados».

Además, Lila no es del todo consciente de lo que está ocurriendo y no entiende muy bien por qué no se puede salir de casa o por qué nadie la visita. No comprende lo que emiten las cadenas de televisión y no la mira, pero no deja de leer el periódico. Al poco rato se olvida de lo que cuentan sus páginas, pero con eso ella entretiene la espera hasta que todo esto pase.