La crisis desde un hotel medicalizado: «Me siento una privilegiada»

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

SOCIEDAD

Marga Carballo trabaja en Barcelona atendiendo a los enfermos de coronavirus

16 abr 2020 . Actualizado a las 20:56 h.

Ni los madrugones a las cinco de la mañana ni la tensión de trabajar rodeada de pacientes de COVID-19 son capaces de borrarle la sonrisa a Marga Carballo García. Coruñesa de padres rianxeiros, vive en Barcelona, donde afronta con el mismo entusiasmo que pone en todo lo que hace la que asegura que es la experiencia de su vida. Trabaja en uno de los hoteles de la cadena Meliá en la Ciudad Condal, cerrado para los turistas, pero abierto desde hace unas semanas para acoger a enfermos de coronavirus: «Me siento una privilegiada. Llevaba tres semanas encerrada en casa mordiéndome las uñas porque no podía hacer nada para ayudar».

Fue su jefe el que le dio la oportunidad de echar una mano. Un jueves comunicó a su equipo que el Meliá Barcelona Sarrià iba a convertirse en un hotel medicalizado para empezar a recibir pacientes de COVID-19 ese mismo domingo y pedía voluntarios para desmontar las 306 habitaciones del edificio y acondicionarlas para su nueva finalidad. Marga fue una de las trabajadoras de la cadena que se ofreció para ayudar, y a ellos se sumaron universitarios y personas anónimas del barrio. Dedicaron dos días a desmantelar el hotel: «Quitamos todo lo que había en las habitaciones menos lo imprescindible. Fue una paliza física impresionante, pero fue precioso. Nosotros tenemos un vínculo personal con el hotel, porque es nuestra empresa, pero mucha gente que no tiene nada que ver vino desinteresadamente, por generosidad, y todos pensábamos que lo que estábamos haciendo era el trabajo más importante de nuestra vida».

Como estaba previsto, el 5 de abril comenzaron a llegar los primeros pacientes, y el Jueves Santo ya estaban ingresados 269. Muchos llegan tras recibir el alta hospitalaria y deben permanecer dos semanas más aislados para evitar contagios, y otros llegan directamente tras salir de la UCI porque los hospitales están saturados y no hay camas para todos.

 Con una sonrisa

En este contexto, el equipo de recepción del que forma parte Marga se encarga de darles la mejor bienvenida posible y de atender sus necesidades las 24 horas, una tarea que desempeñan en coordinación con el equipo médico del CAP Montnegre, encargado de dar soporte sanitario a los enfermos. «Nosotros los recibimos con la mejor de nuestras sonrisas y de la forma más cariñosa y humana que podemos. Hay personas de todo tipo, algunos vienen de estar veinte días hospitalizados y llegan agotados y desorientados, otros no saben muy bien por qué los llevan al hotel, así que intentamos transmitirles un poco de alegría y tranquilidad. Algunos vienen directamente de la UCI y que estén en el hotel es una buena noticia porque significa que se van a recuperar».

El personal del hotel ha sustituido el uniforme habitual por equipos de protección. Buzos, mascarillas, guantes, gafas y pantallas forman parte de su indumentaria, y aún así consiguen que los pacientes vean su sonrisa: «Hacemos mucho el payaso, gesticulamos, incluso bailamos con ellos. Cuando conseguimos sacarles una sonrisa es felicidad pura, es un regalo, yo me siento una privilegiada».

Antes de empezar a funcionar como un hotel hospitalizado, todo el personal que iba a trabajar en el Meliá Barcelona Sarrià recibió formación para cuidarse y cuidar a los demás: «Tenemos lo que necesitamos para poder trabajar con tranquilidad».

El protocolo de ingresos es siempre el mismo. Enrique Aranda, el director, sale a recibir a la puerta de la ambulancia a todas las personas que llegan y los acompaña a la recepción, donde se registran antes de pasar a una zona separada, la de los sanitarios, donde les toman la temperatura, se comprueba la medicación y hablan con los médicos de su situación. Siguiendo estos pasos han dado la bienvenida ya a cerca de 300 pacientes, y también han empezado ya a despedir a algunos que han recibido el alta: «Somos el último eslabón de la cadena sanitaria, estamos en el momento de la recuperación, que es lo más bonito». Y eso es un acicate para seguir al pie del cañón a pesar de las extenuantes jornadas de trabajo: «La motivación de todos los equipos es brutal, me siento muy orgullosa de formar parte de esto».