¿Quién dijo que la cuarentena era en familia?

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CORONAVIRUS

SOCIEDAD

Cuatro amigas desinhibidas revolucionaron la televisión de los noventa con su pasión por la moda.
Cuatro amigas desinhibidas revolucionaron la televisión de los noventa con su pasión por la moda.

Si todavía hay alguien que no esté confinado aún, si esto se está leyendo allende los mares y aún hay algún Robinson en su isla desierta, le advierto: confínate con tus amigos, no con tu familia. Yo sé que con mis amigas, esta locura hubiera sido mucho más llevadera

15 abr 2020 . Actualizado a las 20:20 h.

Llevo días revisando el BOE y el DOG y no encuentro nada. Llevo días intentando ver qué ley impone que este confinamiento tenga que ser en familia y sinceramente no encuentro el párrafo. Así que alguien debería habernos avisado antes, porque yo quiero echarle la culpa a ese alguien. No lo vi venir, no vi que esta cuarentena sería larga y obligatoria con los que dicen ser mis seres queridos. Queridos, estos seres que me rodean 24/7 se me aparecen ahora por todas partes.

Por eso si todavía hay alguien que no esté confinado aún, si esto se está leyendo allende los mares y aún hay algún Robinson en su isla desierta, le advierto: confínate con tus amigos, no con tu familia. Yo sé que con mis amigas, esta locura hubiera sido mucho más llevadera. Unas nos depilaríamos a las otras, nos daríamos tinte, beberíamos de la misma botella de ginebra, nos zamparíamos los yogures Vitalínea después de la ginebra, haríamos zumba y nos veríamos monísimas igual porque la confianza de la amistad no es la del matrimonio. La del matrimonio es esa confianza que te exaspera al segundo día de la convivencia. Cuando vas a bajar la basura, y la contraparte te dice: «¿Por qué la llevas así, si aún no está llena?». Y la que estás llena eres tú, que has engordado cuatro kilos después de tanta levadura, y tu genio, claro, sube como el bizcocho ante preguntas metafísicas como esas. La discusión de la bolsa de la basura es innata al ser humano casado, que contrariamente a lo que dice el refrán, no lleva bien eso del roce hace el cariño. El roce roza, y roza tanto que cuando le preguntas a tu pareja si se te notan las canas que tú ves sin las gafas de la presbicia, él —sin levantar la vista del móvil— te suele responder que no. Que no es para tanto, porque lo bueno del matrimonio confinado (bueno, del matrimonio) es que ya no se mira a la cara. Y si lo hace, es para protegerse del cuchillo que viene lanzado desde atrás. Porque en qué matrimonio cabe que haya que estar pegados uno al otro las 24 horas del día. Eso no hay pareja ni familia que lo resista. Porque es perjudicial para la salud. Tanto que ahora los psicólogos nos dicen que esto es un reto, una vuelta a lo esencial, al núcleo, al tiempo perdido, una oportunidad para no volver a lo de antes. Y a mí, claro, se me encoge el estómago de pensar que esto dure quince días más y de pensar que mañana voy a seguir en el lugar de siempre, en la misma casa y con la misma gente. Por eso es importante que ese alguien que nos dijo «si os queréis, encarrarse», nos hubiera alertado de que hay más opciones de convivencia que la familia, que a lo mejor no hubiera estado mal «cuarentenear» con un buen grupo de amigas. Hijos, yo lo digo por vuestro bien, por todo lo que nos queremos. No sabéis cuántas ganas tengo de deciros, así, bajito:

«¡Ay, cómo os echo de menos!».