En 1848 ya se debatía entre salud y economía durante una pandemia de cólera

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

M.MORALEJO

Taboada Leal proponía que los pobres de Vigo tuvieran cubiertas sus necesidades básicas

21 abr 2020 . Actualizado a las 00:34 h.

«Los vecinos pudientes están obligados a contribuir a estos socorros según sus posibilidades, no solo por los sentimientos de religión y humanidad sino aun por egoísmo, por su propio interés, pues es evidente que cuanto más se extienda la epidemia entre los familiares pobres más amenazados se verán aquellos de ser acometido». Lo decía Nicolás Taboada Leal en 1848 como una de las medidas sociales que debían adoptarse ante una pandemia. A los socorros que se refería el médico de la junta de sanidad de Vigo eran proveer de leña, vestidos de abrigo y buen alimento a la población pobre de una localidad afectada. O si lo queremos decir con palabras de hoy, garantizar una renta básica mientras durase la enfermedad.

Nicolás Taboada, que también fue historiador aficionado, hablaba con conocimiento de causa porque en 1833 tuvo que enfrentarse al cólera-morbo asiático que, originario del delta del Ganges, se había ido extendiendo por todo el mundo, causando millones de muertos.

En 1848, la junta de sanidad de Vigo le encargó al médico nacido en Viveiro un informe sobre aquel primer ataque de la pandemia, con el objeto de estar mejor preparados en la segunda oleada, que ya se notaba por toda Europa. El informe tocaba muchas cuestiones, y la mayor parte de ellas de gran actualidad. Hay que recordar que en aquel momento todavía no se había descubierto el origen de la enfermedad, algo que se lograría en 1884.

La experiencia de Taboada Leal y sus convicciones médicas le llevaron a defender que el único medio para evitar la propagación de esta enfermedad era el «aislamiento, la completa incomunicación con los lugares y personas infectadas como también con sus efectos». Era un seguidor de la teoría que señalaba que esta enfermedad se propagaba por el contagio entre personas, aunque también contempla algunas razones de los llamados infeccionistas, que añadían un factor ambiental a la cadena de transmisión de la enfermedad. Pero, para prevenir la entrada de la enfermedad no quedaba otra solución, según el médico, que crear cordones sanitarios. En este aspecto, Nicolás Taboada decía: «Antepónganse los intereses de la humanidad a los intereses de la política, la amistad y de especulación». Aquí aparece otro debate que sigue de plena actualidad hoy en día: ¿Salud pública o economía? Y en Vigo era importante el asunto porque suponía cerrar el puerto ya que era la principal puerta de entrada de la enfermedad. De hecho, en 1833 entró por un barco y en 1853, en la segunda oleada, también.

Una vez que la enfermedad hiciese acto de presencia, el médico recomendaba la división de la ciudad en cuarteles sanitarios para controlarla de forma rigurosa. Entre la creación de hospitales provisionales y la asistencia domiciliaria, Taboada Leal se muestra partidario de la segunda opción por ser más tranquilizadora para los enfermos. Los propios familiares con la ayuda de un enfermero atenderían a los coléricos, añadiendo que debían de ser socorridas las familias pobres de elementos vitales. También contemplaba el médico a las personas que vivían en la calle. Para ellos, decía que había que habilitar una casa-hospital en cada cuartel. Finalmente, recordaba a la junta de sanidad que las autoridades debían actuar siempre bajo el asesoramiento médico.

Todos estos consejos cayeron en saco roto porque no fueron seguidos en 1853 cuando el cólera volvió a entrar por Vigo. Es más, la junta de sanidad relegó a Nicolás Taboada y se negó a reconocer que el cólera estaba presente en Vigo. Y cuando lo hizo, no siguió los consejos del médico. El estrago en esta ocasión sí fue mayor que en 1833 ya que la enfermedad se extendió por gran parte de Galicia. Los intereses económicos derivados del mantenimiento del puerto abierto así como el ocultamiento de la ineficacia del lazareto de San Simón provocaron una gran mortandad en Galicia. El informe minucioso realizado por Nicolás Taboada Leal fue desaprovechado en aras de la economía.