Los taxistas dan un volantazo al virus y a la profunda crisis con dosis de solidaridad

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

XOAN A. SOLER

Pese a una caída del 90 % en ingresos en la provincia, formaron una ola de generosidad con ayudas a mayores y sanitarios

13 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Con su trabajo metido en el garaje, los taxistas lo están pasando muy mal. Su sector es de los más castigados por la crisis. Se hable con quien se hable, de Betanzos a Teo, de Ribeira a A Laracha, de Pontedeume a Fene, la profesión está atravesando los peores momentos que jamás pudo imaginar. No hay clientes que llevar. No hay dinero para llevarse a casa. Distintas asociaciones de la provincia, que cifran la caída del negocio en un 90 %, han tenido que tomar decisiones. Como firmar convenios con la Xunta, con los ayuntamientos. O que las licencias pares trabajen un día y las impares otro.

Pese a todas las penurias, no lo dejarán de hacer. «Somos necesarios. Como la policía, los trabajadores de los supermercados o los médicos. Tenemos que estar ahí porque hay mucha gente que nos necesita», dice Alfonso Castro, conductor ferrolano que explica la «durísima» situación que están viviendo. «Tanto los que son propietarios de la licencia, como los que somos empleados. Ellos ya no saben de dónde sacar para pagarnos y nosotros ya no sabemos si el mes que viene cobraremos».

Con los bolsillos vacíos, pero con el alma llena, una inmensa mayoría de taxistas dedican lo que antes eran carreras a ayudar. A llevarle la compra a personas que no pueden salir de casa, a trasladar a sanitarios o incluso documentos médicos de un centro a otro, como está sucediendo en A Coruña, donde el Sergas alcanzó un acuerdo con las dos asociaciones del taxi para que les hagan esta labor.

No hace ni tres semanas, una mujer se ponía en contacto con La Voz para que «todo el mundo sepa la calidad humana de un taxista» que la encontró un día de lluvia en una parada de autobús: «Paró el coche y me dijo que me llevaba a casa o a donde fuera, que él había acabado su jornada y que no me cobraría nada». La dejó en su domicilio y «se negó en rotundo a aceptarme ni un euro».

Historias como esta se viven en toda la provincia. Como si la situación financiera no les perturbara el ánimo y las ganas de servir. Luis Zambrano es taxista en Santiago y explica la situación laboral del sector: «Al estar compuesto por una mayoría de trabajadores por cuenta propia que tributa por el sistema de módulos, todavía no existe una solución clara en el paquete de medidas de apoyo a autónomos anunciado por el Gobierno».

Una prestación a la que puede acogerse cualquier trabajador por cuenta propia que se vea afectado por el cierre de negocios tras el decreto del estado de alarma, o cuyos ingresos caigan este mes un 75 % con respecto a la media mensual del semestre anterior. Para los comercios o locales de hostelería, forzados a interrumpir el servicio en seco sin más opciones, basta con alegar cierre de negocio sin justificar la caída de ingresos. En el sector del taxi «la historia se complica ya que, si bien no ha cesado en su actividad, ha experimentado una caída casi total de los ingresos que ha precipitado una cantidad considerable de ERTE de entre los propietarios de licencias con trabajadores a su cargo», dice Luis. Un descenso difícil de justificar al no estar obligados a emitir facturas.

A todo ello hay que sumar los conductores que han decidido aparcar el taxi debido a problemas de salud previos que les sitúan en el grupo de riesgo, lo que les llevó a pensarse dos veces si merecía la pena exponerse al virus.

Ramiro Vázquez es taxista en Carballo. Esta semana estaba en su parada, sin clientes, y así lleva mucho tiempo. «Os taxistas non facturamos nada, a xente non se move», se queja. Cree que la situación está muy complicada, y lo estará más: «Hai que pagar hipotecas, préstamos, fillos estudando, os autónomos... Se isto segue así, non se pode pagar nada, e os bancos non van perdoar as débedas. Non é a fin do mundo, pero case», dice.