La boda de Yulia y Paul en Barro: con la novia a punto de dar a luz, pasillo de ambulancias y un alcalde asustado

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

SOCIEDAD

Ramón Leiro

Los compañeros de un técnico de transporte sanitario que se casó hoy acudieron con las ambulancias y las sirenas a hacerle un gesto de cariño

18 abr 2020 . Actualizado a las 18:35 h.

La boda de Yulia Shavlova y Paul Moreno, vecinos del municipio pontevedrés de Barro, iba a ser singular aunque no existiese el coronavirus. No en vano, tenían previsto celebrarla hoy, 13 de abril, pese a ser lunes. ¿Por qué? Lo cuenta Paul con mucha emoción: «Yo soy natural de Ecuador y Yulia de Rusia y, aunque llevamos muchos años aquí, la única familia que tenemos en España son la madre de Yulia y su pareja. Y ella trabaja de martes a domingo, así que teníamos previsto casarnos un lunes para que estuviese. La idea era ir a comer luego a algún restaurante y contar con algunos amigos», indica. La pandemia se coló por el medio y la celebración prevista se fue al traste. Pero ellos decidieron que sí o sí seguirían adelante con el enlace. Y esta mañana, con la casa consistorial de Barro como testigo, se dieron un especialísimo sí quiero. Fue un enlace con una cariñosa sorpresa en forma de ambulancias incluida que hasta el alcalde, Xosé Manuel Fernández Abraldes, tardará tiempo en olvidar. 

 

Pero no vayamos tan rápido. Retrocedamos a hace unos nueve años. Paul, que vino de niño de Ecuador a España, y Yulia, que en la juventud cambió la ciudad rusa de Volgogrado por Galicia siguiendo los pasos de su madre, se conocieron en Pontevedra gracias a unos amigos comunes. Ella tenía entonces 16 años y él seis más. Se hicieron novios, él se convirtió en conductor de ambulancias y ella trabajó en hostelería. Hace tres años y medio les cambió bastante la vida, ya que vino al mundo su hija Lía. Empezaron entonces a vivir en el municipio de Barro, a tiro de piedra de Pontevedra. 

Ahora, Yulia está embarazadísima de una segunda niña. Sale de cuentas el día 1 de mayo. Paul y ella explican que cuando supieron que iban a tener una segunda hija empezaron a pensar en casarse. «Queríamos que fuese antes de nacer la niña, porque pensamos que después sería mucho más difícil contar con tiempo para preparar las cosas», indican. Planificaron darse el sí quiero el 13 de abril y hacer una celebración sencilla. Cuando el coronavirus hizo acto de presencia, consultaron si igualmente podrían contraer matrimonio civil. En el Ayuntamiento les indicaron que sí, aunque cumpliendo determinadas normas, como acudir solamente ellos y dos testigos. Ni siquiera podían llevar a su pequeña Lía, que afortunadamente a sus tres años y medio no se enteró mucho de lo que se perdió esta mañana. 

Yulia y Paul decidieron que los testigos y únicos invitados serían la madre de la novia y su pareja, a los que le dieron un permiso especial para viajar desde Combarro (Poio) a Barro y acudir al enlace. Así, los novios creían que llegarían con sus dos invitados, sus mascarillas y sus guantes y el enlace sería cosa de un trámite, sin mucha emoción de por medio. Pero fue algo más que eso. Y todo gracias a los compañeros de trabajo de Paul. 

Los compañeros, todos ellos técnicos de transporte sanitario, acudieron hasta las inmediaciones de la casa consistorial de Barro y allí le hicieron un pasillo de ambulancias a los novios, que desfilaron en medio de los furgones blancos con las sirenas sonando a todo trapo. Fue un paseo romántico con mascarillas incluidas que terminó con un beso entre los contrayentes. Pero que también asustó un poco al alcalde y oficiante de la ceremonia. El regidor señalaba entre risas que sabe de sobra que Paul es técnico de ambulancias, pero que se le olvidó por completo ese dato y que cuando llegó a la casa consistorial para celebrar el enlace y vio semejante despliegue de sirenas pensó que algo malo habría pasado. «Por un momento, pensei en que algo grave tería que ter pasado, non caín eu en que o noivo era compañeiro deles», indicaba con humor.

Tras el paseo, el trámite en la casa consistorial fue rápido. El alcalde se limitó a leer el texto legal pertinente y Paul y Yulia a darse un formal sí quiero. Eso sí, dado que los novios se quedaron con las ganas de celebrar la boda, el regidor les dijo que si quieren que vuelva a oficiar una ceremonia y que sea algo más solemne él lo hará encantado.

Yulia y Paul, ya marido y mujer, se mostraban emocionados. «Fue un trámite pero estamos contentos porque queríamos casarnos antes de nacer la niña», decía Yulia. «Me dieron una buena sorpresa mis compañeros», apostillaba Paul. El coronavirus no les dejó ir de restaurante. Pero tenían previsto que hoy la comida fuese especial. «Algo de marisco he comprado, habrá que comerlo», decía Paul. «Eso, si nos da tiempo a prepararlo», añadía entre risas Yulia.

Luego, ambos pensaban en que ahora les quedan unos días juntos, ya que él tendrá el permiso de matrimonio y a finales de mes, si todo sale según lo previsto, la vida les volverá a cambiar totalmente. Para esa fecha esperan a Gala, su segunda hija y la compañera de juegos que tanto desea tener su hermana Lía.