«Non saímos do portal para fóra, tráennos as medicinas á casa»

D. Vázquez ABEGONDO / LA VOZ

SOCIEDAD

Abegondo pone a disposición de las personas más vulnerables servicios de reparto y traslado

07 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El COVID-19 también llegó al rural, pero la singularidad del medio y el hecho de que se dé por sentado que el esparcimiento de la población es mayor al estar a pie de leira no impide que las personas mayores o los colectivos más vulnerables queden a su propio albur. En Abegondo se ha creado un equipo de atención especial, que coordina el Concello y en el que colaboran Protección Civil y Cruz Roja, para realizar seguimientos a las personas con más dificultades debido al confinamiento.

Entre los servicios que se ofrecen está ir a por las medicinas. Uno de los beneficiarios es Manuel Otero, un vecino de 80 años. Vive en San Marcos, a unos 500 metros del consistorio, donde se concentra la actividad comercial, pero tanto él como su mujer, cumplen a rajatabla quedarse en casa desde que se decretó el estado de alarma. «Non saímos do portal para fóra, tráennos as medicinas a casa, compra non necesitamos, temos conxeladores», explica, y precisa que, por el momento, solo necesita el servicio de recogida en la farmacia. «Xa me chamaron varias veces do Concello, e antes de Semana Santa terán que ir por máis», explica sobre la necesidad de conseguir el tratamiento. Respecto a la cuarentena, habla con resignación. «Hai que levalo, non queda outro remedio, pero aquí hai dabondo onde romper o lombo, temos moito que plantar», precisa sobre cómo se entretienen. La comunicación con los vecinos se hace a distancia «Falámonos de lonxe, hai que gardar os límites», dice con la lección aprendida.

El servicio municipal no solo lleva medicamentos, también hace la compra gratuita a las familias que por distintas circunstancias se encuentra ahora en una situación delicada. Es el caso de una vecina de San Tirso. En un núcleo donde se conocen todos prefiere que su necesidad no trascienda, pero agradece que le vayan al supermercado. «Han sido muy rápidos, un día pedí lo que necesitaba y al día siguiente lo tenía ya en casa», comenta. Ella, que tiene una minusvalía del 42 %, está apuntada al paro a la espera de un trabajo como camarera o teleoperadora, su marido, que trabajaba en la hostelería es uno de los que engrosa las listas de un ERTE provocado por el COVID-19. «A el non lle van a pagar ata o día 10, van ser 700 euros, pagamos 300 de aluguer e coas facturas da luz e da auga, pouco nos queda para comer», comenta apesadumbrada.

El Concello mantiene también el servicio de transporte en taxi para los vecinos. Antes era compartido, pero ahora los llevan uno a uno para evitar posibles contagios. En este caso, una de las que lo utiliza para acercarse a la capital municipal es Concepción Barallobre Bellón, tiene 85 años y vive sola en Viós. «Ao centro médico vou en taxi, no servizo do concello son estupendísimas, teñen un equipo marabilloso, non conto mentira ningunha», indica soltando una retahíla de alabanzas para las empleadas que atienden los avisos.

Estos días el taxista lo tiene Concepción en su propia casa. Su hijo Manuel, taxista en A Coruña, ha ido a hacerle compañía. Dice que no había trabajo y optó por pedir un ERTE a su jefa y se lo concedieron. «Traballábamos os días alternos, pero non hai traballo», sentencia.

El Concello calcula que llevan una atención personalizada de unas 300 familias en un municipio que no llega a los 5.500 vecinos. El alcalde, José Antonio Santiso, por su parte, ha decidido supervisar vía teléfono a la escasa media docena de contagiados por COVID-19, y a los miembros de los colectivos más frágiles.