«Soy joven, fuerte y con buena salud, pero cuando me vi en el hospital con el país de punta me puse nervioso»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

SOCIEDAD

Cedida por Pablo Novas

Pablo Novas, de 31 años y concejal del PP en Marín,  infectado por coronavirus, recibió el sábado el alta hospitalaria. Dice que el COVID-19 le deja la alegría de que nadie de su entorno dio positivo

07 abr 2020 . Actualizado a las 12:27 h.

Antes de que se iniciase el confinamiento, en ese tiempo que ahora parece ya tan lejano en el que el coronavirus aún no centraba todas y cada una de nuestras conversaciones, Pablo Novas, de 31 años, con buena salud y concejal del PP en Marín, comenzó a sentirse mal. Le dolía el cuerpo, los músculos y pensó que, una vez más, habría cogido un resfriado al andar combinando las visitas a las obras (es edil de Medio Rural) con la calefacción de la casa consistorial. «Imagínate, pensé que sería lo típico que te pilla el frío y que coges catarro o gripe», cuenta.

Al principio, ni se le pasó por la cabeza que podía tener coronavirus. Pero pasaron los días y las cosas fueron cambiando. Vive con su novia y ambos empezaron a sospechar que lo que le pasaba a Pablo no era una simple gripe. «Pasaban los días, veía que tenía fiebre, que no se me iba con el paracetamol... me parecía raro. Encima, me salió una tos seca rara. Así que todo me empezó a cuadrar con los síntomas que iban diciendo que provocaba el coronavirus. Poco a poco, conforme vas viendo las noticias, lo que dicen que provoca, y te vas viendo... pues te convences». Llamó por teléfono a los servicios sanitarios, vinieron a hacerle la prueba en casa y, sí, dio positivo. Pablo Novas se convirtió en el primer infectado con COVID-19 de Marín. O, al menos, el primero del que se tuvo noticia, porque hizo público lo que le pasaba. Vinieron luego días duros, en los que llegó a estar ingresado, y ahora está en vías de recuperarse del todo, tras recibir el sábado el alta hospitalaria. Desde su casa, narra lo vivido y avisa: «Hay mucha gente concienciada. Pero todavía veo por la ventana a algunos mayores que no lo están... esto no es una broma. No lo es ni para mayores ni para jóvenes». 

Volvamos a ese momento en el que la prueba del coronavirus le dio positivo. Pablo Novas estaba entonces con fiebre (no llegó a pasar de 38,5) y empezaba a tener dificultades para respirar. Pero, más allá del dolor físico, una de las cosas que le atormentaba era pensar en las personas a las que podría haber contagiado. «Ni sabía entonces ni sé ahora en qué momento me contagié yo. Yo no salí de Galicia aunque, eso sí, por mi labor de concejal estoy con muchos vecinos, en muchas obras y también voy a actos del partido. No creo que llegue a saber nunca cómo me contagié. Pero desde el primer momento me preocupaba mi entorno, saber si habría contagiado a alguien, sobre todo a personas mayores y con patologías. Le pasé al Sergas una lista de las personas con las que había estado más en contacto. Y la única alegría que me llevo de esto es que no dieron positivo», cuenta. 

Solo un día y pico después de haber dado positivo, mientras estaba aislado en su domicilio, comenzó a empeorar. «Los sanitarios me hacían seguimiento por teléfono y les conté que tenía problemas para respirar. La médica me acabó diciendo que por lo que le estaba contando, por mis síntomas, era mejor que me llevasen en ambulancia al hospital. Ingresé en Montecelo y allí vieron que el virus me había provocado una neumonía. Tuve que estar varios días con un respirador». Su ingreso coincidió con los días más grises de la alerta sanitaria, en el que los contagios estaban desbocados y el número de fallecimientos no dejaba de subir. Recuerda ese momento y su voz cambia de tono: «Soy joven, fuerte y con buena salud pero cuando me vi en el hospital con el país y las noticias de punto me puse nervioso», indica. 

Habla de que la recuperación fue lenta. Estuvo siete días ingresado y costó que le controlasen la fiebre y que empezase a sentirse mejor. No llegó a estar en la UCI pero, igualmente, no podía mantener ningún contacto con su familia. Confiesa que sus padres y su novia «lo pasaron casi peor que yo» y que, pese a que le llegaba un aluvión de mensajes de ánimo, no tenía fuerza para contestarlos. «Tuve mucha fatiga. Definitivamente no fue como una gripe. Empezó así, pero en mi caso fue algo más», indica. 

En cuanto le controlaron la fiebre, empezó la paulatina recuperación, comenzó a tener mejor ánimo también y al fin obtuvo el alta hospitalaria. El sábado regresó a su casa, aunque todavía sigue tomando medicación. Señala que se encuentra bien y que desde ayer ya está de alta laboral, tratando de ponerse al día con los asuntos del Concello en modo teletrabajo. Mantiene el aislamiento a rajatabla y cree que el hecho de que él se contagiase tan pronto y lo hiciese público provocó que en Marín los vecinos también fuesen un poco más conscientes de la alerta y de la necesidad de confinarse. «Aquí, lógicamente, me conoce todo el mundo y mucha gente me veía fuerte, joven y sin ningún problema y se quedó en shock al saber que iba para el hospital. Espero que eso ayude a cumplir al 100 % el confinamiento, porque es necesario».