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Varios profesionales explican cómo enfrentarse al confinamiento desde la ventaja que le llevan a España
06 abr 2020 . Actualizado a las 19:07 h.«Desde el brote de la epidemia, solo consigo dormirme a las dos o a las tres de la noche. Mi insomnio ha vuelto» dice Gabriele, un autónomo treintañero. La ansiedad por la enfermedad, la pena por las víctimas, la preocupación por las consecuencias económicas, el miedo a que nada vuelva a la normalidad, le quitan el sueño. En Italia, la epidemia es a menudo comparada con una guerra. Médicos y enfermeros luchan y mueren «en las trincheras», mascarillas y respiradores son fusiles y municiones contra un enemigo invisible. Para ellos, el confinamiento forzoso es un shock con fuertes efectos en su salud psicológica. Lo confirma a La Voz Luca Pezzullo, psicólogo de la región del Véneto.
«En las situaciones de emergencia siempre hay una exacerbación de las fragilidades preexistentes», explica. «Las personas que tienen un problema de ludopatía, por ejemplo, al tener que permanecer en casa todo el día, experimentan un empeoramiento de los síntomas, un aumento de la ansiedad, y esto puede llevar a tensiones e incluso a violencias en la familia. Es un círculo vicioso». En general, «las dinámicas de abuso y de violencia de género son acentuadas en esta situación, y encima en un contexto de menor libertad de movimiento, y de escapar de la cohabitación forzada y prolongada. Desgraciadamente estamos recibiendo muchos avisos de este tipo».
En los contextos de vida familiar, además, las mujeres se encuentran con una carga de trabajo, profesional y doméstico, incluso mayor de lo habitual.
Según Elena Germani, psicóloga activa en la zona de Lodi, «nuestro trabajo se hace más difícil en situaciones como esta. Por eso aconsejo a mis colegas, tanto en Italia como en España, que no se aíslen, que se apoyen mutuamente». En la dinámica familiar, es necesario tranquilizar a los pequeños: «Los niños nos observan, y suelen ser mucho más intuitivos». Serena Valorzi, psicóloga de la ciudad de Trento, se centra en los adolescentes. «En esta situación los jóvenes suelen estar muy solos, incluso más que antes», dice a La Voz. «Los padres están más preocupados de lo normal. Y el ciberacoso, por ejemplo, no deja de existir porque no haya clase». Lo importante, asegura Federica Lovisato, psicóloga laboral de Bolonia, es crear una nueva rutina: «Por ejemplo, haciendo un poco de ejercicio y formándose». A su vez, Valorzi aconseja «cultivar, dentro de la tristeza por lo que pasa, las ganas y el entusiasmo para cuando llegue el momento en que podamos volver a empezar».