Más test y menos presión hospitalaria, claves de la baja mortalidad en Galicia

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Carmela Queijeiro

En la comunidad la onda epidémica ha sido menos explosiva y es la que tiene la menor tasa de número de fallecidos

09 abr 2020 . Actualizado a las 17:21 h.

«Abril será peor que marzo». Fue la advertencia que lanzó el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, para preparar a los gallegos para los momentos más duros de la epidemia de coronavirus. Pero un análisis más pormenorizado de los datos actualizados del Centro Nacional de Epidemiología permiten deducir que el panorama no es tan negro, sino que también se adivinan luces de esperanza. Primero, porque la tasa de mortalidad por COVID-19 es la más baja de todas las comunidades, a excepción de la ciudad autónoma de Ceuta. Se sitúa en el 2,3 % del total de los casos confirmados, frente a la media nacional del 8,5 %. Se incrementa un poco más, hasta el 3,79 %, si se incluyen los datos de fallecidos en las residencias, pero este dato no puede ser comparado con el conjunto nacional porque otras autonomías no lo ofrecen.

Segundo, porque aunque es verdad que Galicia aún no ha llegado al pico de contagios -está a punto de hacerlo y si se tiene en cuenta el dato de ingresos hospitalarios ya lo ha hecho-, la subida es muchísimo menos pronunciada que en el resto de comunidades. Si en las fases más duras de la epidemia el incremento de contagios a nivel nacional fue del 25 % diario, con aumentos que incluso llegaron al 37 %, en Galicia no se llegaron a registrar estos números. Ni está previsto que algo semejante ocurra en un escenario nefasto. En las últimas dos semanas la tasa diaria de aumento de nuevos casos fue del 7,92 % y, lejos de crecer, ayer se redujeron al 5,8 %. Nada equiparable a Madrid, Cataluña, La Rioja o las dos Castillas, que registraron una auténtica explosión.

«En Galicia no ha ocurrido una transmisión comunitaria sostenida de contagios. Aquí incluso es posible encontrar la fuente de infección original de los casos», subraya Juan Gestal, ex decano de Medicina de la USC y catedrático emérito de Medicina Preventiva.

Pero también existen sombras. Galicia es, hoy por hoy, igualada con Madrid, la segunda comunidad con un menor tiempo de duplicación de nuevos positivos. El intervalo es de 8,8 días, cuando la media española se sitúa en 12,2. Aunque es un dato mucho mejor que el de la semana anterior, de 4 días. Y es la segunda autonomía, aparte de Ceuta y Melilla, con un índice RO mayor. Este último es un dato decisivo para evaluar si se rompe la cadena de transmisión y si un territorio afronta o no el final de la epidemia. Para que ocurra, el índice RO tiene que bajar de 1. O, lo que es lo mismo, que un enfermo infecte el virus a menos de una persona. La media en España es de 1,05, mientras que en Galicia se eleva al 1,2. Ocho comunidades han bajado ya de 1: Asturias (0,97); Baleares (0,87), Canarias (0,89), Cantabria (0,72), Extremadura (0,68), Murcia (0,77), Navarra (0,98) y País Vasco (0,93).

Que Galicia tenga un peor comportamiento que el resto de comunidades tiene una sencilla explicación. «La ola epidémica ha llegado más tarde a Galicia, por lo que es perfectamente normal que tardemos más en superarla», apunta Francisco Caamaño, director del departamento de Psiquiatría, Radiología, Salud Pública, Enfermería y Medicina de la Universidade de Santiago.

Sin embargo, Galicia, que tiene el 5 % de la población de España, realiza al día unas 2.000 (en las últimas 24 horas fueron 2.518) pruebas PCR, las más fiables para la detección del virus. En el conjunto de España se llevan a cabo entre 15.000 y 20.000. Esto implica que al menos el 10 % de ellas son las realizadas en la comunidad. Se están llevando a cabo el doble de pruebas por habitante que la medida estatal lo que, según los expertos, podría tener un efecto importante en la detección precoz de la enfermedad y en la reducción de las tasas de mortalidad.

Más protegidos

El hecho de que COVID-19 llegara más tarde a Galicia es lo que también ha permitido controlarlo y que las cifras de muertes y contagiados no se disparasen de forma abrupta, como en otros territorios. «Por un lado -señala Caamaño-, el confinamiento llegó cuando Galicia aún tenía muy pocos casos, lo que nos protegió más. Y, por otro, hay que tener en cuenta que vivir en la periferia puede tener sus ventajas, que los medios públicos de transporte no están tan masificados como en las grandes ciudades y que la densidad de población es mucho menor». Pero, sobre todo, Caamaño asegura que «el confinamiento ha salvado muchas vidas, también en Galicia».

Gestal apunta otra razón: «Aquí -dice- se tomaron medidas un poco antes que el resto de lugares, se cerraron los bares, se suspendieron las clases y se prohibieron las concentraciones».

El dato más positivo, sin embargo, es la baja tasa de mortalidad registrada en Galicia, para lo que también se apuntan varias razones. «Aquí -dice Francisco Caamaño- hemos hecho más test en relación a la población y los hemos hecho antes, no solo en los casos graves, como se ha hecho en otros lugares. Y cuantos más test hagas más posibilidades tienes de controlar la epidemia y de que la tasa de infección sea menor». En Galicia se han hecho pruebas PCR a 23.324 personas, el 0,85 % de la población.

Existe otro factor decisivo, a juicio de Juan Gestal. «No hemos tenido la presión asistencial que se ha visto en otras comunidades. En los hospitales no ha existido tanta presión, lo que nos ha permitido tratar mejor a los pacientes. Aquí no se han clasificado y los hemos atendido en función de su gravedad».

Sin embargo, a Galicia aún le quedan semanas duras. No porque el pico de contagios suba, que está a punto de hacerlo para convertirse en una meseta, sino por la mortalidad. El número de fallecimientos va por detrás de los contagios, ya que cuando se detecta un positivo tarda una media de 12 días en ingresar en uci.

Es entonces ahora cuando se pondrá a prueba la capacidad del sistema sanitario, que ha ampliado las camas de críticos de 161 a 274 y que puede aumentar más el número, a lo que hay que añadir las 44 de los centros privados. El objetivo es que todos los pacientes graves se atiendan con todas las garantías.