«Mi abuela respira más aliviada gracias a que estoy en Corea y no en España»

SOCIEDAD

M. B.

Martina Bravo lleva mes y medio en el país asiático, a donde llegó para pasar un cuatrimestre como Erasmus

03 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«La experiencia en Corea del Sur está siendo increíble y, por fin, mi abuela respira más aliviada gracias a que esté aquí y no en España». Martina Bravo López llegó al país asiático el pasado 21 de febrero, a Incheon, para pasar un cuatrimestre como Erasmus de la Universidade da Coruña, en la que realiza el doble grado de Derecho y ADE. Al principio estaba preocupada. Era el segundo país con más casos después de China y la epidemia de coronavirus parecía avanzar sin freno. «Todo el mundo me decía que estaba loca por venir, pero aun así decidí lanzarme», recuerda.

Su primera semana fue complicada. «A la gente que quiero les decía que estaba bien para no preocuparles, pues ya estaba sufriendo bastante sin que les dijese nada, pero la cosa era seria. No teníamos clases y apenas salía de la residencia porque no era lo más aconsejable. Estaba estresada porque hacer amigos en esa situación era difícil».

La situación, sin embargo, cambió pronto. Hasta el punto de que Corea del Sur fue uno de los primeros países en controlar la epidemia sin necesidad de confinar a su población. Sigue habiendo casos, pero muy limitados. Su exitosa estrategia se basó en la realización de test masivos entre la población y al seguimiento de los infectados y sospechosos con una aplicación móvil para que no se saltaran la cuarentena. Pero Martina Bravo cree que existe otra razón no menos importante: «La diferencia, en parte, está en que los coreanos son sumamente disciplinados y no necesitan multas para no salir a la calle. Saben lo que es bueno y lo que no —dice— y toman todo tipo de precauciones. Por ejemplo, a mí me toman la fiebre cada vez que entro en la residencia».

La solidaridad del pueblo coreano es otro de los ingredientes. «He visto —apunta Martina— cómo en el metro un coreano le daba una mascarilla a un amigo mío porque este no tenía». Y, sobre todo, el gran respeto que tienen por los de más edad: «Realmente lo que les inquietaba —explica— era ser portadores del coronavirus y poder contagiar a las personas mayores».