Daniel se encontró mal esa semana y fue al médico. Las dos veces se sospechó que tenía un problema digestivo. El 1 de marzo se agravó. «Ya no podía comer, no respiraba, no tenía aire... No sabía ni qué gente tenía en casa», cuenta. Y eran ocho aquel mediodía en Moaña, incluido el bebé de su sobrina Andrea, que no se infectó a pesar de que ella sí se contagió y le daba el pecho.
El 1 de marzo España traspasaba la barrera de los cien contagios, pero seguía sin ser zona de riesgo. Por eso, cuando lo ingresaron con una dura neumonía en el Cunqueiro aquella noche tampoco le hicieron la prueba. Llegó a compartir cuarto con otros dos pacientes hasta que, finalmente, le hicieron la prueba y dio positivo. Tanto él como su mujer. «Cuando me lo dijeron, no sabía qué era el coronavirus. Ni idea», asegura.