«Sin ayudas, algunas empresas cerrarán»

La Voz SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

XOAN A. SOLER

Inactividad total de la construcción en Santiago, con la obra pública y privada paralizada

31 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No se mueve ni una grúa ni un ladrillo. El sector de la construcción, que hasta el pasado fin de semana trabajó con casi toda normalidad aplicando el protocolo de seguridad frente a la pandemia, acató en la mañana de ayer la orden estatal de cesar totalmente la actividad. Todas las promociones de vivienda y toda la obra pública de Santiago quedó parada por un período que, como mínimo, se prolongará hasta pasada la Semana Santa.

La medida afecta a las obras de la Xunta en las entradas de los Caminos de Santiago, la nueva estación de autobuses o el edificio Fontán de la Cidade da Cultura; o a las municipales de las reurbanizaciones de las calles Clara Campoamor y Castrón Douro-Patio de Madres. Solo funcionarán, para pequeñas intervenciones de conservación y mantenimiento, un retén de la brigada municipal de vías y obras y otro de la empresa encargada de la reparación de calzadas y aceras. Será inicialmente hasta el 13 de abril y no hasta el 9 que fija el decreto para todas las empresas que no presten servicios calificados de esenciales, ya que esa fecha es la del inicio del puente de Semana Santa, no laborable.

La orden es un frenazo en seco para un sector que había cogido velocidad de crucero dejando atrás el túnel de la larga crisis provocada hace más dos lustros por el estallido de la burbuja inmobiliaria, y ahora teme que si el cerrojazo se prolonga demasiado muchas empresas no sean capaces de remontarlo.

Destacadas promotoras consultadas por La Voz coinciden al valorar que las empresas subcontratadas y los autónomos van a sufrir mucho esta situación y apelan a la flexibilidad de las entidades bancarias y a las ayudas de la Administración para que el daño no llegue a producir el temido cierre definitivo. Ángel Lavandeira, de Santiago Sur Galicia, promotora que ayer paró sus obras en el barrio de Santa Marta, apunta a las subcontratas sin capacidad de resistencia financiera como el eslabón más débil, y señala que las empresas tienen una previsión de plazos e ingresos «que no se van a cumplir».

Javier Amenedo, de Ruafer, afirma que el Covid-19 ha propagado una gran incertidumbre en la economía «y ese es el peor enemigo de nuestro negocio», en alusión a una recesión que paralizaría la demanda inmobiliaria, al margen de que el sector de la construcción pueda volver pronto al andamio.

Óscar Rey, de la promotora Julio Rey, se muestra muy crítico con el decreto de paralización y cree que con las medidas de protección aplicadas se podía seguir trabajando. Rey considera que habrá empresas, sobre todo las subcontratadas que operan con escaso margen para poder coger obra, que quedarán abocadas al cierre definitivo porque «todo o sistema depende das vendas», y si no las hay, no hay ingresos.

Javier Corcoba, de Kúpula, estima que el sector no se resentirá demasiado si el cese es por las inicialmente previstas dos semanas o a lo sumo un mes. «Creo que el 90 % podrá aguantar», sobre todo con flexibilidad de los bancos, pero echa en falta un apoyo de la Administración que hasta ahora no se ha anunciado y que, en su opinión, tendrá que haber para prevenir fuertes tensiones en el sector. «Todos tenemos trabajo, los contratos están en vigor y los pisos vendidos, pero puede pasar que si la economía de los compradores se resiente, tengan dificultades para afrontar los pagos», explica.

Para Antonio Blanco, de Ypgal, el sector puede dar por perdido el primer semestre y, en función de la evolución de la crisis del coronavirus, tendrá el resto del año y parte del 2021 para recuperarse, pero advierte que algunas empresas, sin ayudas, «no se recuperarán». Blanco quiere ser positivo, en el sentido de que «espero que el Gobierno dé algunas ayudas, y porque hemos salido de crisis peores».