Suecia se lava las manos y no le tiene miedo al virus

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

COLM FULTON

Arbitra medidas contra la pandemia más laxas que en la mayor parte de Europa

07 abr 2020 . Actualizado a las 12:24 h.

Decir que Suecia se lava las manos en la crisis del coronavirus sería demasiado frívolo. Pero lo cierto es que la principal recomendación de la Agencia de Salud Pública para evitar que los ciudadanos se puedan contagiar es que utilicen con frecuencia gel desinfectante. Ha optado por arbitrar medidas de lucha contra el COVID-19 mucho más laxas que las de la gran mayoría de países europeos, incluidos los vecinos nórdicos de Dinamarca, Noruega o Finlandia.

Los niños siguen yendo a clase en los colegios de primaria, todavía es factible tomar una cerveza en un bar o un pescado en un restaurante. Los ciudadanos pueden disfrutar de los múltiples parques que tienen a su disposición. Incluso han reabierto los gimnasios, tras unos días cerrados. Y estaban permitidas las reuniones de menos de quinientas personas. Acaban de bajar el tope a cincuenta. Hay más recomendaciones que prohibiciones y se nota una menor actividad en las calles y centros de trabajo. Pero no hay confinamiento.

Nerea Capón es una joven lucense que está haciendo un máster en la Universidad de Estocolmo y desempeña su labor como investigadora en el Instituto Karolinska. Lleva año y medio en el país nórdico y hace unos días no daba crédito cuando le llegó un correo «de una famosa discoteca restaurante» en ell que le instaban a que llevase su «gel desinfectante» y se «uniese a la fiesta».

La lucense Nerea Capón vive en Estocolmo
La lucense Nerea Capón vive en Estocolmo

«No les parece alarmante que una discoteca envíe tal mensaje que, a mi parecer, atenta contra la salud de los ciudadanos y aporta información errónea a quien lo recibe, ya que uno sí se puede contagiar en un espacio de menos de 500 personas (así estaba establecido cuando le llegó el referido envío), por mucho que lleve el gel de manos desinfectante», reflexiona.

Puede parecer una anécdota, pero es en todo caso significativa. Y Capón apunta otros datos que resultan más asombrosos si se contrastan con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y las líneas que están siguiendo la mayor parte de autoridades sanitarias de otros países. Un ejemplo es que no consideran necesario el aislamiento «de quienes hayan tenido contacto con algún miembro de la unidad familiar que hubiese dado positivo en los test, salvo que manifieste síntomas de haber contraído la enfermedad», relata.

Primeras discrepancias

No hay una contestación en la sociedad sueca o una presión popular para que las autoridades reconsideren sus líneas de actuación. Antes al contrario. Pero sí hay voces críticas y movimientos que expresan su disconformidad. «Investigadores y profesionales en salud de aquí estamos recabando firmas para que el Gobierno sueco comience a tomar las mismas medidas estrictas que en Europa», confirma Nerea Capón.

De esa campaña da igualmente fe Elena Rodriguez Vieitez, que suma ocho años trabajando en el mismo Instituto Karolinska: «La instaron epidemiólogos muy conocidos y otra de las cosas que se pedían es que se hiciesen más pruebas». También secundó una iniciativa para solicitar que se cerrasen las pistas de esquí durante Semana Santa, «después de ver lo que había sucedido en Austria».

Los últimos datos acerca de la evolución de la pandemia en Suecia refieren 3.700 contagios y 110 víctimas mortales entre una población de algo más de diez millones de habitantes.