El propietario de un vivero pontés regala sus flores a quienes trabajan durante esta crisis

J. Corral AS PONTES

SOCIEDAD

cedida

La falta de demanda lleva al sector de la floricultura a una situación límite

26 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que son el regalo perfecto para una ocasión especial... La crisis sanitaria estalló a las puertas de la celebración de San José y de la Semana Santa, abocando al sector de las flores a vivir una situación límite. Es tal el excedente, que un vivero de As Pontes ha optado por llevar un poco de color, agasajando con tulipanes, «a quienes están al pie del cañón», haciendo más fácil la vida de los ciudadanos, en este tiempo de confinamiento contra el coronavirus.

«Las flores no entienden de cuarentenas. Tenemos plantado hasta Difuntos y no queda otro remedio que seguir cortando a diario», apunta Nacho Díguele, un pontés que está al frente del vivero familiar, situado a las afueras de la villa. La mayoría de sus habituales clientes -entre los que se encuentran tres de las floristerías locales- bajaron la persiana, y la demanda de las funerarias cayó en picado, al prohibirse los velatorios. En este contexto, la enorme producción de flor acabará marchita y en la basura.

«Me duele tirar la flor, y por eso se me ocurrió la idea de regalarla. Fue, de algún modo mi reconocimiento a quienes se la están jugando estos días, trabajando por los demás», dice. Y así, en la jornada de este martes, el floricultor repartía «unos 4.000 tallos de tulipanes e iris» entre los servicios y profesionales que mantienen su actividad en la villa. Las flores de Nacho llegaron al centro de salud, Concello, al Servicios Sociales, servicio de Limpieza, Policía Local, supermercados, farmacias, geriátrico. Y ayer a la Guardia Civil.

Pérdidas

Asegura que solo en lo que va de crisis, ha dejado de ganar unos 3.000 euros. Y apunta que las pérdidas se dispararán en cuestión de 15 días, en cuanto empiece a cortar el lilium. «Si también perdemos el Día de la Madre, se habría ido al traste el 40 % de la campaña anual», dice Díguele. Una afirmación que secunda Isabel Ferreiro, gerente de Floristería Ledicia, y una de sus clientas del vivero, que se confiesa «emocionada» con la iniciativa de Díguele.

«A diferencia de otros sectores trabajamos con un producto perecedero y ahora tenemos la cámara llena», apunta Ferreiro, que sigue atendiendo demandas puntuales, por ejemplo, de funerarias, antes de criticar que las floristerías «estamos en el limbo» en esta crisis. «Por nuestro epígrafe, podríamos abrir la puerta, pero lo cierto es que tendríamos clientes. Y si cerramos se entiende que lo hacemos voluntariamente y sin derecho a ayudas».