«One Health», la solución para evitar futuras pandemias

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La comunidad científica señala que la crisis del coronavirus está intimamente relacionada con la perdida de biodiversidad en la Tierra. En el 2006 también pasó con el ébola

27 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis del coronavirus es común en la historia de la humanidad. En el pasado surgieron pandemias como la peste negra que diezmaron drásticamente la población mundial. No debe sorprender, por tanto, que un virus tenga a la gente confinada en sus hogares. Lo realmente llamativo es que haya sido precisamente este tipo de virus el responsable del caos actual. «En un período inferior a 20 años ha habido otras dos epidemias provocadas por coronavirus. Tenemos los casos del SARS, que surgió en el 2002 en China y el MERS en Arabia Saudí en el 2012. Distintos grupos de investigación indicaban que coronavirus similares al que originó el SARS tenían potencial para surgir de nuevo», confiesa María Jose Ruiz López, investigadora en la Estación Biológica de Doñana. «Hay muchos proyectos científicos donde se identifican virus que potencialmente pueden saltar a humanos. Sorprende mucho que a pesar de saber que iba a pasar, no estuviésemos preparados para hacerle frente. Habrá que analizar qué ha pasado», añade Ana Benítez, científica de la misma institución que pertenece al CSIC.

La ciencia responde de forma contundente sobre el origen del COVID-19. No es ningún murciélago o un pangolín. Esta crisis sitúa al ser humano frente al espejo. Uno en el que se refleja las consecuencias de una forma entender la vida. «Creo que es muy fácil decir que ha sido algo que ha ocurrido de forma natural, cuando son nuestras acciones las que han provocado que pasara algo así. Hay una relación bastante estrecha entre la degradación de los ecosistemas naturales y la probabilidad de que nuevos patógenos infecten a otros hospedadores como el ganado doméstico o el mismo ser humano», sostiene Ruiz López.

En los últimos años la comunidad científica maneja el concepto de One Health (Un mundo, una salud) que propone que el bienestar de las personas depende directamente de la salud de los animales y del propio planeta. La salud global debe conectarse con la pérdida de la biodiversidad y los cambios ambientales actuales. «Cuando se diseñen e implementen programas, legislación y proyectos de investigación relativos a la salud pública no solo debe haber, virólogos y epidemiólogos sino también ecólogos», destaca Benítez.

El caso del ébola

La crisis del ébola en el 2006 enseña cómo la pérdida de un hábitat natural puede acabar desencadenando un grave problema de salud pública. «Los mayores brotes se han asociado a la deforestación y fragmentación de bosques en las áreas donde empezó. Cuando el bosque se va destruyendo aumenta el contacto entre personas y animales que pueden portar el virus, por ejemplo murciélagos», explica. «En el caso del coronavirus la conexión parece ser que ha sido a través de la caza y el comercio de especies silvestres. El hacinamiento de especies en mercados facilita que un virus que circula en animales salte a humanos», asegura López.

La civilización debe hacer una profunda reflexión cuando supere esta situación de colapso. «En el futuro habrá nuevas pandemias y debemos analizar meticulosamente qué ha pasado para identificar dónde hemos fallado y estar más preparados la próxima vez», advierte López. «De esta crisis yo creo que es muy importante que seamos críticos. Y parte de esa crítica conlleva reconocer el impacto que la actividad humana tiene sobre el planeta y que en última instancia es probablemente lo que ha causado esta crisis. Por eso yo creo que es importante que una vez superada la pandemia se ponga en valor el concepto One Health para estar mejor preparados para futuras pandemias», termina Benítez.