Investigadores reconocen que la anomalía del Atlántico se debe al cambio climático antropogénico

SOCIEDAD

Imagen del fondo del océano
Imagen del fondo del océano

La corriente del Golfo ya colapsó hace 8.200 años y provocó un descenso térmico en Europa que también afectó a Galicia

27 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado invierno fue el más cálido en Europa desde que existen registros. Las anomalías positivas (valores por encima de la media) se representan en los mapas en rojo. Año tras año se aprecia que este color avanza por todo el planeta. Sin embargo, existe una región del Atlántico Norte donde no solo resiste el azul, sino que además se refuerza (temperaturas inferiores a la media). Los científicos la llaman cold blob, o mancha azul.

Una de la hipótesis que explica la existencia de esas aguas frías apunta a los cambios que está experimentando actualmente la corriente del Golfo, que forma parte de la circulación termohalina que recorre todos los océanos distribuyendo el frío y el calor, de la misma forma que lo hace el viento. Esta corriente transporta aguas cálidas desde el golfo de México hacia el norte. Cuando llega cerca de Islandia ha perdido temperatura y ganado la salinidad suficiente como para hundirse.

Los científicos llevan años señalado que el transporte oceánico se ha reducido alrededor de un 20 % en los últimos 150 años debido al deshielo del Ártico. La fusión del hielo libera agua dulce, menos densa, al Atlántico, y altera la corriente. Ahora una nueva investigación ha despejado las dudas sobre el responsable de esta anomalía. «Nuestro análisis revela que la señal antropogénica ha surgido recientemente de la variabilidad climática interna y puede atribuirse a las emisiones de gases de efecto invernadero», destaca el estudio publicado esta semana en Nature Communications. Los autores (Chemke, Zanna y Polvani) añaden que «si la influencia humana continúa en las próximas décadas es probable que afecte el clima de muchas regiones del hemisferio norte, incluyendo Europa».

Evento 8.2

El debilitamiento de esta corriente no es algo desconocido en la historia de la Tierra. Se tienen constancia de fenómenos similares. Hace 8.200 años se registró un enfriamiento repentino en muchas zonas del hemisferio boreal. El responsable del evento climático conocido como evento 8.2 fue precisamente la alteración de la corriente del Atlántico Norte. Los estudios de los paleoclimatólogos sostienen que en aquella época hubo un incremento notable de icebergs en el extremo norte del océano que liberaron una gran cantidad de agua dulce, que acabó debilitando la circulación. Esto es justo lo que está sucediendo en la actualidad; la diferencia es que ahora se debe a la actividad humana.

Efectos en Galicia

La comunidad gallega notó en aquella altura los efectos de ese cambio en la corriente oceánica, que provocó un descenso de la temperatura media de entre dos y tres grados, especialmente en la parte occidental de Europa. Las condiciones incluso fueron más gélidas que durante otro período climático famoso, la Pequeña Edad de Hielo. En Galicia produjo un cambio significativo en la vegetación: aumentó, por ejemplo, el abedul, una especie propia de condiciones más gélidas.