«Me perdonan el alquiler, pero lo peor fue tener que despedir a los trabajadores»

María Cuadrado Fernández
MARÍA CUADRADO VIVEIRO / LA VOZ

SOCIEDAD

PEPA LOSADA

La hostelera Loreto Rodal, de Celeiro, está preocupada por la situación sanitaria y económica ante el COVID-19, pero se muestra optimista: "Volveré a abrir"

26 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Loreto es optimista. Procura serlo cuando la crisis del coronavirus golpea a todo un país. Como miles de autónomos, no oculta que tiene miedo al contagio, le preocupa, y mucho, la situación económica, y añora a sus clientes. Loreto Rodal regenta el Áncora Café Bar en Celeiro (Viveiro), un negocio que tuvo que cerrar a mediados de mes acatando las directrices de las instituciones debido al estado de alarma. Al palo de tener que pasar el cerrojo le siguió el mal trago de verse obligada a prescindir de sus tres trabajadores.

La cocinera llevaba con ella desde 2016, cuando abrió el negocio, y los otros dos empleados, aunque con menos años en el bar, también los siente como si fueran familia. Dos golpes continuos, duros, a los que le siguió casi de inmediato una noticia positiva; la propietaria de las instalaciones del bar le pedía que no se preocupara y le eximía de abonar el alquiler del próximo mes. «Le estoy muy agradecida, una gran ayuda en estos momentos. Me perdonaron el alquiler, un gesto que nunca olvidaré, pero debo reconocer que lo más duro de todo fue tener que despedir a los trabajadores». La hostelera repite este mensaje una y otra vez. «La situación es muy complicada. Tengo ingresos cero, pero tengo que seguir pagando los recibos de luz, de agua, la alarma... Pero lo peor, son los empleados. Se me cayó el alma a los pies al tener que llevarlos a firmar un ERTE. No sé cuál va a ser mi situación, pero pensar que esta gente depende de mi, es lo peor. La gente está en su derecho de saber si va a poder comer el mes que viene. Al empleado hay que valorarlo y cuidarlo».

"La gente está en su derecho de saber si va a poder comer el mes que viene"

Las nuevas tecnologías le permiten seguir sabiendo a diario de la familia que está más lejos. Se le encoge el corazón al consultar el avance de los casos positivos en COVID-19 y lamenta que tanto autónomos como otros trabajadores no tengan suficiente información sobre trámites, subsidios, declaraciones y otros procesos. Piensa en sus clientes, sobre todo en los habituales; con algunos, contacta por videollamada.

Pero Loreto, acostumbrada a trabajar 350 días al año, no quiere tirar la toalla: «Lo principal es la salud. Y si todo va bien, volveré a abrir el negocio. Si no es el 12 de abril será el 4 de mayo, o cuando toque. Todos debemos aprender de esta situación. Superado este estado de alarma la situación que se nos avecina va a ser muy complicada. Va ser difícil sacar adelante los negocios, pero creo que ahí es donde debemos estar todos. Yo tengo proveedores que son pequeños autónomos a los que ahora no les puedo comprar porque tengo cerrado. Pero yo le digo a la gente, ‘vete a la carnicería, a la frutería, a la pescadería...’ hay que apostar por el pequeño comercio ahora y después». Ella no se ha planteado la opción de servir comida a domicilio, sobre todo porque cree que la comida que se prepara en su establecimiento no se ajusta a ese servicio: "¿Cómo voy a servir a domicilio unas zamburiñas?".