A pesar de las restricciones y con el mundo funcionando a medio gas, hay imágenes que demuestran, desde las playas de San Francisco a la calle Barcelona de A Coruña, que no todos los ciudadanos están dispuestos a acatar el aislamiento

Laura G. del Valle

Algunos ciudadanos deben tener una teoría similar a la del ministro de Sanidad de Chile respecto al coronavirus. Jaime Mañalich, encargado de gestionar la crisis del Covid-19 en este país latinoamericano, rechazaba, dejando a los expertos perplejos, la imposición de una cuarentena obligatoria en Chile porque «el virus podría mutar y convertirse en 'buena persona'». Mientras las autoridades sanitarias ya han advertido de lo disparatado de esta declaración, mostrando la rapidez con que se propaga y los estragos que provoca la pandemia a nivel global, lo cierto es que para algunos residentes de cosmopolitas ciudades como Sídney, San Francisco o Miami, esta idea no ha calado muy hondo. Pero tampoco hace falta cruzar ninguna frontera para encontrar llamativas imágenes que demuestran que, pese a la cuarentena obligatoria, algunos se toman el confinamiento a la torera. Es el caso de la calle Barcelona, en A Coruña, que esta mañana se encontraba repleta de viandantes: algunos con carros de la compra, otros con perros y, muchos, simplemente paseando.

 Al otro lado del Atlántico la llegada de la primavera y el calor ha prevalecido sobre las indicaciones de los organismos oficiales de quedarse en casa. Aunque lugares icónicos de Estados Unidos dejan panorámicas históricas, como las calles de Nueva York totalmente desérticas, en otros sitios parece que nada ha cambiado. Con más de 35.000 contagiados y centenares de muertos, ocho estados ya obligan a sus ciudadanos a permanecer en casa; entre ellos, California. Sin embargo, en una de las ciudades más grandes de este estado, San Francisco, hace solo cuatro días numerosos grupos de amigos y familiares continuaban reuniéndose en distintas playas haciendo oídos sordos a la obligatoriedad de permanecer en sus domicilios.

Nick Otto

Una réplica de esta escena se podía ver también esta misma semana en algunos puntos de Florida. Especialmente llamativo y preocupante es el caso de este estado de la costa suroeste de Estados Unidos, pues más del 20 % de su población (de más de 21 millones de habitantes) la forman jubilados que deciden retirarse en este confortable lugar dado el clima subtropical que domina la zona. Pese al elevadísimo número de personas de alto riesgo que vive en Florida, el gobernador Ron DeSantis ha tomado una postura tan tibia en esta crisis que ha llevado a editoriales de periódicos y a líderes políticos de todos los colores a alzar la voz (el diario Miami Herald fue durísimo al manifestar abiertamente que DeSantis estaba permitiendo que aumentaran los decesos y la caída en picado de la economía del estado). En una línea similar a la mantenida por Donald Trump, para el cual «no puede ser peor el remedio que la enfermedad», el gobernador ha cerrado, parques, cines, gimnasios y algunas playas; pero se niega a obligar a los ciudadanos por la fuerza a estar en casa. En Florida los casos de infectados se multiplican y rozan los 1.500 en el momento en el que se escribe esta crónica. La cifra de muertos asciende a 20. 

En Miami (Florida) mucha gente sigue disfrutando del sol.
En Miami (Florida) mucha gente sigue disfrutando del sol. CARLOS BARRIA

Además de escenas tan cotidianas como la de algunos paseos marítimos repletos de bronceados ciudadanos, la semana pasada drones, cámaras y móviles captaban imágenes de numerosas reuniones en barcos en la bahía de Vizcaya (Miami). Tras salir a la luz estas conductas, algunos dirigentes han elevado el tono. El alcalde de Miami Dade, Carlos Giménez, acaba de prohibir, por ejemplo, que los barcos se amarren unos a otros para evitar que se pase con facilidad de un bote a otro.

En medio del brote de coronavirus la gente disfruta en sus barcos en el Haulover Sandbar en Miami Beach
En medio del brote de coronavirus la gente disfruta en sus barcos en el Haulover Sandbar en Miami Beach David Santiago / TNS via ZUMA Wire

En Sídney muchos se resisten también a cambiar, del todo, sus hábitos. Manteniendo la distancia de seguridad, podía verse hace tres días a cantidad de australianos disfrutando de una jornada de sol sobre el césped de Bondi Beach. Desde ayer Australia ha cerrado locales comerciales y de hostelería, pero sigue sin imponer un confinamiento en casa. 

La gente disfruta del sol en Sídney
La gente disfruta del sol en Sídney

Menos por placer y más por reivindicación, en una Europa que hiberna también se han producido concentraciones. Ocurrió en París el fin de semana que el Viejo Continente empezó, de facto, a parar la maquinaria. En ese momento, el Gobierno galo había prohibido reuniones de más de cien personas e invitaba a los franceses a permanecer en casa; sin alterar, eso sí, la fecha de la primera vuelta de las elecciones municipales convocada para ese domingo. Miles de manifestantes salieron el día anterior a las calles de París para protestar por ese doble rasero. Las elecciones se mantuvieron pero la segunda vuelta se pospuso a junio. También se endurecieron las medidas de confinamiento y se decretó el cierre de locales comerciales y de hostelería. «Algunos consideran que son pequeños héroes cuando incumplen las normas», dijo entonces el ministro del Interior de Francia, Christophe Castaner.