Confinamiento total para evitar el colapso sanitario

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

COMUNIDAD DE MADRID

Expertos nacionales y internacionales piden que se cierren ya las comunidades más afectadas y el 50 % de la actividad en Galicia

23 mar 2020 . Actualizado a las 11:24 h.

«Es indispensable decretar un confinamiento total», aseguran un total de 69 expertos de distintos institutos de dentro y fuera de España que acaban de emitir un informe, con una modelización de la evolución de los contagios y las necesidades de ingreso hospitalario, que sitúa alrededor de este miércoles el punto en el que la capacidad de las unidades de cuidados intensivos quedará superada.

Instan, por tanto, al Gobierno a implementar de manera inmediata medidas mucho más restrictivas respecto a la movilidad poblacional, porque las «adoptadas a fecha de hoy no serán suficientes para evitar el colapso el sistema sanitario y, en consecuencia, la morbilidad y mortalidad del COVID-19». Un análisis que hasta el momento no comparte el comité técnico en el que está basando sus decisiones el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Esas medidas de los especialistas, entre los que hay investigadores del CSIC y de universidades europeas, americanas y una amplia representación de las españolas, pasan fundamentalmente por establecer dos áreas diferenciadas. En la zona A, integradas por las comunidades con más afectación, proponen «el confinamiento total de sus ciudadanos y residentes, con excepción de los servicios básicos esenciales (incluyendo hospitales, centros sanitarios y de investigación), por un período mínimo de 15-21 días. Entre ellas estarían todas las que superan los 25 casos por cada 100.000 habitantes, que según los datos utilizados en el modelo -algunos se han incrementado ya- son Madrid, Castilla y León, Castilla La Mancha, La Rioja, País Vasco, Navarra y Cataluña. Mientras que en la B, en las que se encuentran el resto, incluida Galicia, piden un «confinamiento parcial» con el que habría que reducir el 50 % de la actividad laboral actualmente permitida y un 25 % del transporte «con un seguimiento especial de las tasas de crecimiento de nuevos casos en esas zonas para decidir el incremento a zona A si fuese necesario».

Además, recomiendan «la interrupción total del tráfico interurbano no esencial de pasajeros y de las conexiones domésticas aéreas, marítimas y ferroviarias peninsulares por un período mínimo de 15 días».

El esfuerzo no acabaría ni mucho menos ahí, porque incluye también una estrategia temporal en dos fases. La primera, de ataque, debería tener una duración aproximada de tres semanas con otras tantas medidas fundamentales: «El confinamiento total con interrupción laboral y distanciamiento social, junto con la intensificación del uso de pruebas diagnósticas en casos sospechosos». La habilitación de compra y suministro de equipos de protección, sobre todo para «el personal sanitario que está altamente expuesto a los contagios y es propenso a contagiar». Y la adecuación de hoteles «para el aislamiento de casos de la población general y de sanitarios, con el fin de que no contribuyan a infectar su núcleo familiar y proteger, al mismo tiempo, el personal sanitario».

La segunda fase, de sostenibilidad, tendría que prolongarse durante dos meses. Ahí se incrementaría la capacidad de los laboratorios para realizar pruebas, además de crear una aplicación móvil universal para un auto informe de observaciones y sospechas. Se podrían adoptar también acciones «de contención temprana y focalizadas en áreas con incremento de casos», facilita el acceso de los datos de la epidemia a la comunidad científica y crear un núcleo de soporte que coordine a los distintos grupos que están tratando de dar una respuesta científica integral.

«si esto se va extendiendo a lo largo del tiempo, tenemos una opción»

El director del centro de Emergencias y Alertas Sanitarias, Fernando Simón, reconoce que «no es fácil acertar con los modelos» para determinar «cuando se van a producir los hitos». Aunque admite que «este colapso se puede producir en algunos puntos», no será generalizado porque la evolución tiene diferencias entre los distintos territorios dentro de «un sistema de solidaridad que permite la movilidad de recursos entre unas áreas y otras», sin que se descarte tampoco la posibilidad de trasladar pacientes en caso necesario.

Asegura que en el comité científico creado para la gestión de la crisis están empezando a utilizar «otras variables que nos acercan más a la realidad», porque hay que tener en cuenta que la estancia en las unidades de cuidados intensivos «no es de 10 a 14 días y pueden llegar a estar hasta 28 días». De ahí que entienda, en contra de la modelización apoyada por estos científicos, que si el punto álgido de contactos se produce esta semana, el nivel máximo de estrés para las ucis llegará «con una o do semanas de retraso», cuando se empiecen a acumular «los que no han salido con los nuevos que van a entrar». Por eso insiste en que, «si esto se va extendiendo a lo largo del tiempo, tenemos una opción».

En cualquier caso, algunas de las medidas adoptadas sí que coinciden con las propuestas, como el esfuerzo por incrementar de manera significativa los test. Simón reconoce que hasta el momento se han centrado en los hospitalizados y en que los próximos «tres-cuatro días» van a seguir destinando los kits a los pacientes agudos. Pero a partir de ahí «habrá test para todos los que lo necesiten, no duden de ello».

Estos expertos universitarios no son los únicos que piden más intervención en los países europeos. El vicepresidente de la Cruz Roja de China, Yang Huichuan, que vivió en primera línea la crisis de Wuhan y ahora lidera el equipo desplazado a Lombardía, advierte de que hay todavía demasiada gente en las calles y que hay que imponer aún más medidas restrictivas.