Raimundo Mateos: «La sociedad debería movilizarse para apoyar ahora a las personas mayores»

JOEL GÓMEZ SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

PACO RODRÍGUEZ

«Esta situación va a sobrecargar aún más a quienes son cuidadores, en el domicilio o incluso en residencias»

22 mar 2020 . Actualizado a las 09:51 h.

«Lo más nuevo de esta situación es que pasen varios días sin ver presencialmente a pacientes. No podemos atender las primeras consultas que estaban programadas, aunque las valoramos, sobre todo para evitar que terminen en urgencias. Aunque no tenemos mucha posibilidad de intervenir cuando no conocemos el caso ni tenemos una relación terapéutica con el paciente ni con su familia», afirma Raimundo Mateos, coordinador de la unidad de psicogeriatría del CHUS.

-¿Cómo repercutirá esta crisis en las personas mayores con problemas de salud mental?

-Ya había una experiencia de sobrecarga de las personas que las cuidan, sobre todo a quienes son más dependientes; y esta situación va a sobrecargar aún más a quienes son cuidadores, en el domicilio o incluso en residencias, les va a provocar más estrés, por no poder salir. Me preocupan más quienes están en residencias.

-¿Por qué más?

-Se sabe desde el principio que las personas mayores son un colectivo de máximo riesgo en esta pandemia; y buena parte de ellas están en residencias, unas bien dotadas y otras con menos recursos. Por eso se debería haber visto una mayor coordinación entre sanidad y servicios sociales.

-¿Cómo es la situación?

-Me dicen profesionales de residencias que se sienten desasistidos. Y eso se transmite a los usuarios de alguna manera, y de ahí a las familias. Se deberían dar instrucciones más precisas a los profesionales; asesorar a las familias y explicarles, si se restringen las visitas, por qué se hace y, en ese caso, cómo se les informará sobre sus familiares, y hay que prever que antes o después puede haber casos de coronavirus y saber cómo actuar.

-¿Y cómo deben actuar?

-En una situación así, que se ha calificado de guerra sanitaria, creo que se deben seguir las instrucciones que den los expertos en epidemiología. Este es un campo en el que las autoridades sanitarias deben actuar con decisión, con directrices claras para profesionales, que estos no tengan que actuar según su buen saber y entender.

-¿Se notarán en la salud mental las medidas adoptadas?

-Las mayoría de las personas más dependientes en el plano físico, y buena parte también con problemas de salud mental, deterioro cognitivo o demencia más o menos avanzada, ya no salen por sus propios medios. Su atención va a depender de los recursos y dinámica del centro donde estén, de cómo se organicen. Para las personas más autónomas, llamadas válidas, que tenían esparcimiento y ocio en el exterior, el confinamiento va a suponerles un mayor estrés, como para una gran parte del resto de la población, y para los centros residenciales. Y pueden surgir casos de problemas mentales de mayor envergadura.

-También están las personas mayores que viven solas.

-Se habla mucho de una epidemia de soledad no buscada, y si además tienen alguna limitación, el confinamiento va a hacer más difícil resolver sus necesidades. Se corre el riesgo de que podemos enterarnos de sus necesidades cuando ya no se pueda hacer nada. Es un grave problema, sobre todo quienes no están identificados y no reciben atención y ayudas. Quienes están recibiendo ayudas se pueden atender mejor, pero quienes no las reciben, no sabemos bien qué va a pasar.

-¿Qué recomendaría en una crisis así?

-Hay que combinar la distancia física, para evitar la propagación de la infección; con la necesidad de proximidad emocional. No es fácil, pero se debe encontrar esa cuadratura del círculo. Y hay que mantener actividad física y rutinas en la medida de los posible, y más que nunca estar conectados. Además, la sociedad debe movilizarse ahora para apoyar a las personas mayores y a las residencias. Eso es pensar en el futuro.

«Una buena videoconsulta en más del 90 % de los casos resuelve como una presencial»

Raimundo Mateos también es profesor de la Facultade de Medicina de la USC y afirma que «la experiencia actual es más novedosa como docente que como profesional de la sanidad. El uso del teléfono para contactar con pacientes y familiares, incluso con residencias y profesionales, es habitual. Pero estos días he comprobado cómo alumnado que se quejaba hace no mucho tiempo de tener demasiadas clases presenciales, ahora, después de varios días sin clase, agradecían la docencia virtual. Y es el sector de la población más fuerte, de más futuro. Si el confinamiento les produce desazón y necesidad de contactar, nos podemos imaginar lo importante que es para una persona mayor».

-¿Sería interesante la experiencia de telegeriatría que promovió hace unos años en el área sanitaria?

- Si. Hubo un programa piloto que funcionó de maravilla, y por falta de apoyo institucional ha quedado congelado. A lo mejor hay que replanteárselo, tendría todo el sentido en las presentes circunstancias, porque comprobamos que una buena videconsulta en más del 90 % de los casos resuelve como el trabajo presencial en la unidad. La telepsiquiatría es una de los campos más desarrollados en la Medicina y se le puede sacar mucho más partido del que se le está sacando en nuestro país.

-¿Hay alguna medida terapéutica que eche de menos en estas circunstancias?

-Suelo prescribir a mis pacientes dos paseos al día y ahora no puede ser; sobre todo quienes necesiten que se les acompañe. En zonas rurales a lo mejor es más fácil que lo cumplan. Es muy conveniente un mínimo de actividad física, también para quienes están en residencias. La sociedad debería ayudar en esta situación, echar imaginación para apoyar.