Rebeca Rebolo, directora del hogar O Lecer: «Estamos pensando en confinarnos en la residencia con los mayores»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Rebeca Rebolo, en el acceso del hogar O Lecer, señalando el rótulo que advierte de la supresión de las visitas al centro
Rebeca Rebolo, en el acceso del hogar O Lecer, señalando el rótulo que advierte de la supresión de las visitas al centro M. Moralejo

Los centros de ancianos viven con preocupación la falta de medios: «Nos dicen que para nosotros no hay»

22 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las residencias de ancianos de Madrid están viviendo situaciones dramáticas y ya hay muchos que temen que se puedan extender. Sobre todo, ahora que han empezado a aparecer las primeras infecciones en Galicia, con al menos cinco en San Lázaro (Santiago) y dos en Barreiro (Vigo). Rebeca Rebolo dirige O Lecer, un hogar para mayores en el área rural de Vigo que intenta ser más una casa que una residencia. Ella y las otras catorce personas que trabajan allí se ven agobiadas por la situación. «No tenemos EPIs... y ya nos han dicho que tampoco los esperemos», dice sobre los equipos de protección individual.

En el caso del personal sanitario, están formados por mascarillas, guantes, gafas y bata impermeable, todo desechable. «Solo tenemos guantes y unas soluciones hidroalcohólicas que hemos fabricado nosotros, pero ¿y si tenemos un caso positivo? ¿Cómo hacemos para, por ejemplo, asearlo?», se lamenta. Cree que en ese caso el riesgo de contagio se multiplica.

Las principales medidas para evitar el contagio del coronavirus se resumen en dos: mantener la distancia de seguridad con otras personas (al menos un metro, preferiblemente dos) y lavarse las manos. Pero las personas que asisten a mayores tienen difícil cumplir esas medidas. «La Consellería de Política Social repartió mascarillas y gel para las residencias públicas, pero lo que nos dicen a los centros privados es que de momento no tienen para nosotros», explica. Asegura que han hablado con distintos organismos, Sanidade, Política Social, los hospitales, y no consiguen que les den elementos de protección. Tampoco pueden comprarlos, pues todo ha quedado a disposición del Ministerio de Sanidad.

En O Lecer hay 19 residentes. Las normas de la Xunta para la crisis sanitaria del nuevo coronavirus establecen que a cada mayor solo lo puede visitar una persona. «Nosotros nos adelantamos y desde el primer momento dijimos que no hubiera visitas. Ninguna. Las familias lo entendieron. Los trabajadores se toman la temperatura cada ocho horas y en los residentes la medimos al menos dos veces al día», detalla Rebolo. También ponen en cuarentena todos los productos que compran: los almacenan unos días sin tocarlos por si pudieran estar contaminados.

«La Consellería repartió mascarillas para las residencias públicas, pero al resto no nos dan»

El colectivo está viviendo con mucho agobio toda esta situación, ya que las normas dicen que, si un residente se infecta y no tiene criterios de gravedad como para tener que ir a un hospital, entonces deberá permanecer dentro del centro, en condiciones de aislamiento. «Nuestras habitaciones son dobles y solo tenemos capacidad para aislar a un residente. Ya estamos viendo un gimnasio y un despacho. Pero si hay más de un contagiado, ¿qué hacemos?», se pregunta la directora. Sin equipos de protección, tampoco podrían atenderlos. Cree que la posibilidad de habilitar hoteles para estos casos es una buena solución.

Se da otra circunstancia: si no entran ni salen visitas, ni por supuesto residentes, los únicos que podrían transmitir el virus a los ancianos son los propios trabajadores, que siguen viviendo en sus casas. Eso, reconoce Rebeca Rebolo, hace que muchos ya tengan sentimientos de culpa incluso aunque no haya sucedido nada. También de miedo. «Ya estamos valorando confinarnos algunos aquí. La gente tiene su familia en casa y algunos trabajan, pero le da miedo contagiar a algún residente».