Además de ser uno de los fundadores del Club Siglo XXI y de presidir el Círculo Fortuny (que agrupa a las marcas de lujo españolas), estaba también al frente de la Asociación del Lujo europeo y recientemente fue nombrado presidente de ECCIA (European Cultural Creative Industries Alliance), una entidad que agrupa a grandes marcas y entidades culturales de Europa. Carlos Falcó fue un niño bien desde la cuna. Nació en el Palacio de Dueñas (Sevilla), en 1937, hijo de los duques de Montellano, una rama de los Falcó, que acumula 41 títulos, con 13 grandezas de España. Fue al colegio 'Las Jarrillas' con el rey emérito don Juan Carlos. Estudió la carrera en Lovaina (Bélgica) y la complementó en California donde conoció a Jeaninne Girad, con quien se casó en 1963. Allí llegó al mundo su primogénito, Manuel, al año de casarse, mientras que Xandra, nació en 1967, cuando ambos habían regresado a España. El matrimonio no duró mucho, pues Jeaninne le dejó por Ramón Mendoza, expresidente del Real Madrid. Él empezó a salir con Cristina Onassis, pero la relación no fraguó. Isabel Preysler, su gran amor Su verdadero amor sería Isabel Preysler, a quien conoció en una proyección privada de la película 'Fiebre del sábado noche'. Al mes de salir, le pidió matrimonio y se casaron en 1980, dos años después de que ella hubiera roto su matrimonio con Julio Iglesias.
Un año más tarde nacería Tamara, pero no sería suficiente para evitar que Isabel se aburriera con la vida campestre del marqués. Tanto que le dejó para casarse con Miguel Boyer, con el que alternaba desde hacía unos meses. Carlos Falcó volvió a enamorarse, esta vez de Fátima de la Cierva, 22 años más joven que él. Se casaron en 1993 y tuvieron dos hijos, Duarte y Aldara. Pero ella también le abandonó. Hasta que hace tres años, llegó su cuarta y última esposa, Esther Doña, una relación que supuso un escándalo social y la ruptura familiar. A Esther, exmodelo malagueña a la que doblaba en edad, la conoció en una cata de vinos. Desde entonces se hicieron inseparables. Al año de relación se convirtieron en pareja de hecho y un año después, en 2017, celebraron una boda secreta, en la finca familiar de El Rincón. A la ceremonia no asistieron ninguno de sus cinco hijos, tan solo dos amigos íntimos de la pareja. Ella aseguró a gente del entorno que había firmado un papel renunciando a todo por amor. Y es que la herencia, bienes inmuebles, un notable patrimonio artístico, sociedades..., no es menor. Esther está empadronada en El Rincón, donde intentó gestionar eventos, y poner en marcha una línea de cosméticos basados en el aceite de oliva. Todo ello sin éxito. Últimamente se dejaban ver poco.