«Somos unos afortunados porque nos tenemos los unos a los otros»

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL

SOCIEDAD

Las actividades y los horarios son cruciales para una familia de Ferrol de catorce miembros

27 mar 2020 . Actualizado a las 15:13 h.

«En verdad somos unos afortunados y en nuestra casa se lleva mucho más fácil que en la mayoría», reconoce Mar Dorrio. Su positividad y tranquilidad es fundamental para llevar adelante un día a día poco habitual. Si ya es difícil sobrellevar el confinamiento por el coronavirus para una familia al uso, imagínese si son catorce los que se sientan a la mesa. En este hogar de Ferrol conviven, además de Mar, su marido Javier Cuadrado, profesor universitario, y sus doce hijos: Carmen, la mayor, de 21 años; Lucía, de 20, Jorge, de 18; Paula, de 16; Cristina, de 14; Ana, de 13,; Isabel, de 12; Elena, de 11; Marta, de 9 años; Luis, de 8; Álvaro, de 4; y la pequeña, Paz, de 3 años. «Tenemos dos grandes ventajas: una, que vivimos en Ferrol, y aquí ya sabemos lo que es pasar varios días en casa por temporal de invierno, y, la otra, que mis hijos se tienen entre sí para socializar. A lo largo del día se ríen, juegan, se enfadan, se pelean... Lo llevan muy bien y eso nos aligera mucho la situación a los padres», reconoce Mar.

¿Cuál es su secreto para afrontar el día? «El horario», destaca. Tienen cada día «actividades obligatorias» y «actividades optativas» para tratar de crear una rutina. Por ejemplo: «Por la mañana es obligatorio no encender la televisión y el ordenador solo para hacer los deberes. Aunque ahora nos encontramos con la dificultad de que cada profesor los cuelga por una plataforma distinta», explica la progenitora. Una de las actividades optativas, pero que crece en adeptos en esta casa, es el zumba. «Cada mañana a las ocho hay clases de zumba, Lucía, Cristina y Elena son habituales», detalla Mar. Para ello han convertido el salón en el epicentro de ocio y de actividades deportivas. Otra propuesta lúdica: las habitaciones se han convertido en sedes de países y ciudades como Pekín, Londres o Estados Unidos. «Han colgado banderas por todas las habitaciones y así pasan un buen rato», incide la madre. También han creado su propio juego de mesa.

Por el contrario, reconoce que la hora de hacer la compra es la más complicada para ellos. «La medida de ir solo una persona al supermercado es la que más daño nos ha hecho. Nosotros llenamos dos carros de normal. No nos queda más remedio que ir cada dos días porque lo que tenemos se consume y tampoco podemos almacenar más», explica.

Una actividad exterior que conlleva también un exhaustivo protocolo de limpieza a la hora de entrar en casa. «El que llega de la calle se quita los zapatos y la ropa, que se lava con agua caliente en la lavadora, sale con guantes... Hacemos todo lo que podemos para mantener la seguridad. Aunque dentro de casa no llevamos más medidas que las recomendadas», señala.

Todo con el objetivo primordial de que nadie enferme, ya que en un espacio cerrado con catorce personas, el contagio sería muy perjudicial. «El estar los catorce juntos confinados en casa es el mejor escenario para nosotros», valora. Así que en su hogar se cuentan los días desde que conviven sin salir como un día menos para asegurarse de que nadie tiene el virus.