La resurrección efímera de los ultramarinos: «En tres días, isto funcionou como a finais dos 80»

Pablo Varela Varela
Pablo Varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Santi M. Amil

En Ourense, establecimientos de barrio que tienden a pasar desapercibidos asisten estos días a un incremento de su clientela

28 mar 2020 . Actualizado a las 13:49 h.

La espiral de consumo derivada por el impacto del coronavirus ha traído consigo paradojas sorprendentes. Pepe López, el dueño de la única tienda de ultramarinos que hay en el barrio del Polvorín, viajaba este jueves por un momento al año 1988. «Foi no tramo final das vacas gordas, porque logo foi cando chegaron os centros comerciais e os supermercados preto da cidade», cuenta. Así que la crisis sanitaria, en cierta forma, le ha vuelto a dar la visibilidad de la que careció durante estas últimas décadas.

Al mediodía, un joven que venía con una carretilla llegó para dejar su bombona y llevarse otra, en dirección a la calle Carriarico. La tienda, con sus detalles, transporta a otra época. A la de las libretas en las que el propietario, si el cliente se lleva nata montada y una caja de galletas, lo anota con su bolígrafo en rojo y se lleva una para dejar la cuenta en cuatro euros. La de Pepe, pese a que sobre el mostrador hay una calculadora, es así.

«Sei que isto durará pouco. Desde a semana pasada comezou a vir máis xente, porque din que nos supermercados do centro non atopan o papel hixiénico. En tres días, isto funcionou como a finais dos 80, e especialmente entre venres e domingo», dice. Si hubiese un Apocalipsis, no sería difícil intuir el menú de algunos vecinos en el día final, porque las prioridades parecen claras. La mayoría de los que han pasado por el colmado de Pepe han optado por llevarse arroz, leche, pasta, pan y agua.

En el Polvorín, a medio camino entre el centro de Ourense y colindando con A Valenzá, el establecimiento de Pepe es el que sobrevive en un barrio habitado, en su mayoría, por personas mayores. Casi todos, clientes fieles que compran allí su baguette a diario. Casi todos, gente que se conoce de toda la vida. «Pero hoxe veu unha rapaza por aquí que non coñecía de vista, e díxome que hai que seguir axudando ó comercio de sempre», decía con una sonrisa.