Cajero de súper, profesión de riesgo: «Os nosos fillos estudarán esta crise nos libros de Historia»

Antón Parada RIBEIRA / LA VOZ

SOCIEDAD

CARMELA QUEIJEIRO

Luis Vila representa a un sector expuesto al COVID-19, pero es consciente de la relevancia de su trabajo

17 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Antes de pasar importaríalle desinfectar as mans e colocarse un par de luvas?». Esta es la frase que se ha unido al buenos días o buenas tardes en el supermercado Froiz de la céntrica calle Rosalía de Castro de Ribeira. Detrás de una de las cajas registradoras se encuentra el sonense Luis Vila Sobrido. Hasta hace unos días era un trabajador más, pero la crisis del coronavirus le ha puesto en la primera línea de una batalla que nadie esperaba.

El pasado viernes quedará grabado en su memoria, después de una jornada en la que ningún compañero dudó en sumarse al refuerzo para atender al aluvión de clientes que comenzaron a aprovisionarse ante la incertidumbre. «Ata tivemos moitísimos pedidos a domicilio, pois a xente xa non quería vir. As mañás seguen a ser duras, pero estes días foi amainando».

Lo que no tiene visos de cambiar es su rutina, ya que cada día debe desplazarse desde el municipio vecino, con su correspondiente certificado para las fuerzas de seguridad, y volver directo al hogar. En ese transcurso, Luis Vila también es cliente, pero ni se le ha ocurrido asaltar el estante del papel higiénico: «Estamos moito máis concienciados, levamos o xusto de cada día. Incluso facemos a compra para os nosos familiares e que así non teñan que saír da casa».

Aplaudidos en casa

Con todo, tanto Luis Vila como sus compañeros se han ofrecido a realizar más horas para cubrir a otros que tengan que cuidar de personas mayores o enfermas. «Estamos orgullosos de todos nós!», añade otro trabajador desde su puesto. Ante las numerosas muestras de apoyo al personal sanitario que se viven en todo el país, los cajeros también reciben su aplauso en el hogar: «Quizais non vemos ese apoio como se ve aos médicos, pero no noso círculo valórano». Y eso es lo único que les importa.

Lejos de dejarse llevar por el miedo, ha interiorizado bien la importancia de esta crisis y la necesidad de frenarla cuanto antes, aunque sea él el que tenga que estar de cara al público cada día. «Sabemos que estamos máis expostos, pero estamos tranquilos porque temos que prestar un servizo imprescindible. Comer hai que comer, lavar hai que lavarse e limpar cada vez máis ca nunca», explica Vila, totalmente comprometido y consciente del crucial papel que desempeñará en los próximos meses.

En medio de la pandemia, también queda tiempo para sonreír, sobre todo cuando se le pregunta al cajero barbanzano por las escenas que coparon todas las informaciones. «O do papel hixiénico é o que máis choca. Non é un virus estomacal, é unha gripe!», recuerda riendo el vecino de Porto do Son, para señalar que de todos los productos que se llevaban en grandes cantidades solo le llamó la atención este y el agua: «Se adoitan levar dous atados, estaban colléndoos de seis en seis. Tamén mercaban alcohol, pero dada a situación é normal».

Con la sensación de que esto no ha hecho más que empezar, parte una lanza por la esperanza: «Os nosos fillos acabarán estudando esta crise nos libros de Historia de España».