Un grupo de gallegos consigue salir de Marruecos tras una peripecia de dos días

Jorge Casanova
jorge casanova REDACCIÓN

SOCIEDAD

La estación marítima de Melilla poco antes del cierre de fronteras
La estación marítima de Melilla poco antes del cierre de fronteras F.G Guerrero

El paulatino cierre de fronteras hizo pensar a los viajeros que se quedarían aislados en el país africano

14 mar 2020 . Actualizado a las 17:22 h.

La odisea acabó hoy, después de 48 horas de incertidumbre en Marruecos viendo cómo se cerraban todas las vías de salida del país norteafricano. Un grupo de 15 personas, 11 de ellos gallegos, que participaban en un viaje de negocios, decidieron regresar a España el pasado jueves, cuando de manifiesto las excepcionales medidas que iba a adoptar el Gobierno para hacer frente a la epidemia. "Estábamos en Marrakech y gestionamos unos billetes para volver a España, pero enseguida nos enteramos de que habían cerrado la frontera”, explica Marcos Lage, responsable del grupo. Intentaron salir del país a través de un vuelo a Lisboa, pero ya camino del aeropuerto, fueron avisados de que Marruecos cerraba sus aeropuertos para viajes con Portugal. Y lo mismo les ocurrió cuando intentaron volar hacia París: “Hubo un momento en que tuve claro que no íbamos a poder salir del país, al menos en quince días”, explica Lage.

La solución vino por Ceuta, la única posibilidad abierta por el Gobierno de Marruecos para la evacuación de ciudadanos españoles. Así que el grupo se desplazó en autobús hasta la ciudad autónoma para intentar cruzar la frontera: “Yo, lo único que quería, era pisar suelo español”, recuerda el empresario. Peor no fue fácil. Para atravesar la frontera, las autoridades fronterizas de Marruecos exigieron el tiquet del ferri que cruza el estrecho: “Tuvimos suerte,porque yo imprimí los billetes en el hotel. A los que lo llevaban solo en el móvil, no los dejaban pasar". Pasada la una de la madrugada del sábado, el grupo entraba en Ceuta: “Cuando cogimos el ferri, que viajaba a toda su capacidad, allí se quedaba esperando mucha gente”.

Para Lage, lo peor de la experiencia fue la poca ayuda que, según dijo, habían recibido por parte de la embajada: “Yo pensaba que teníamos embajadas para solucionar estos problemas. Pero no puedo decir que nos ayudaran”.

El grupo finalmente, una vez en la Península, alquiló varios coches para desplazarse hacia Asturias, Galicia y Navarra.