Los cálculos del elevado contagio del COVID-19 que provocaron el cierre de todos los colegios

Daniel Roldán MADRID | COLPISA

SOCIEDAD

Brais Lorenzo | Efe

Las subidas aceleradas de la pandemia del coronavirus han sido claves para tomar drásticas medidas que eviten el colapso de los hospitales. Los expertos advierten de que imposible saber a ciencia exacta cuántas personas están realmente contagiadas en España

13 mar 2020 . Actualizado a las 12:56 h.

La decisión que conduce al cierre de los colegios y las universidades, que ayer tomaron todas las autonomías, no se debe a una cifra concreta de infectados por el COVID-19. «No existe el número mágico», explica un experto de salud pública. Todo depende básicamente del ritmo al que avanza el número de casos y si ese ritmo puede llegar a colapsar el sistema sanitario, la gran preocupación de las autoridades, la pesadilla para un país.

Los expertos basan estos días sus decisiones en complicadas proyecciones, básicamente porque es imposible saber con ciencia exacta cuántas personas están realmente contagiadas en España. La cuestión es si las proyecciones han sido acertadas o no.

Porque no todos los casos detectados son desde luego los casos existentes. Los primeros han tenido que pasar un test PCR para confirmar la enfermedad, que pasa desapercibida en muchos afectados, lo que complica en extremo su detección. Para obtener el cuadro perfecto del coronavirus y conocer el número real de infectados habría que hacer una prueba a los 47 millones de personas que viven en el país. Y hacerla día tras día para ver la evolución. Algo imposible.

La enfermedad, con todo, repite ciertos patrones en diferentes países, lo que abre algunas ventanas de cálculo. El 80% de las personas que la padecen son asintomáticos o apenas tienen síntomas y muchos de ellos ni se van a enterar de que han sido portadores del virus. La preocupación gira en torno al 20% restante de los infectados: un 15% tendrá una situación grave y un 5% padecerá una situación crítica. Entre el 1% y el 2% morirá.

Ante la imposibilidad de detectar todos los casos reales de infectados, que era el escenario contemplado en primer lugar, los expertos han empezado a hacer estimaciones a partir de las cifras de fallecimientos y de hospitalizados. Estos cálculos, unidos a los de los infectados acreditados, permiten medir la velocidad a la que se propaga la enfermedad, proyectar el impacto y valorar las decisiones en consecuencia.

Si los datos son muy malos y demuestran que hay una zona de transmisión comunitaria, descontrolada, se toman decisiones de gran calado, como la clausura de todo un sistema educativo o el cierre de una provincia entera. Esto último es lo que sucedió en Hubei, la provincia donde está ubicada Wuhan. El 21 de enero, las pruebas indicaron que de un día para otro los casos habían aumentado en cien pacientes; dos días más tarde, las autoridades chinas cierran a cal y canto el lugar. Los casos habían aumentado en más de 400 en un día y la situación estaba descontrolada. El ritmo de contagio era elevadísimo. La proyección de esos días indicaba que podían tener cerca de 2.500 casos reales, de personas que habían estado en contacto con algún contagiado y les había transmitido el virus.

Medidas para todos

Italia tomó la misma decisión con Lombardía y luego con el resto del país, que vive en una «cárcel»temporal. Las cifras se revelaron el lunes en la Comunidad de Madrid: 332 casos nuevos. En el total del país, 626. Era el momento de dar un paso más. Reconocer a la comunidad como región de transmisión comunitaria. Luego lo fueron Labastida (Álava), Vitoria y La Rioja. Una decisión que venía acompañada de una serie de medidas, como la clausura de los centros de educación o la aplicación del teletrabajo, entre otras.

Los resultados de esta decisión se conocerán «dentro de diez días», según aseguró Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Es el tiempo de incubación del virus. Entonces se sabrá si se ha logrado el objetivo de ralentizar el ritmo al que se contagia la enfermedad, de conseguir que esa curva ascendente no sea «un puerto de primera sino uno de tercera», como explica Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos.

Garitano | Europa Press

Una medida para evitar que los niños, que transmiten el virus con gran facilidad, contagien la enfermedad a los adultos, aunque ellos apenas ellos la sufren. En definitiva, evitar que los hospitales colapsen por la llegada masiva de enfermos. Algunos expertos consultados, que prefieren mantener el anonimato, reclamaban ayer por la tarde acelerar las restricciones necesarias en todas las comunidades autónomas.

«Hay que mirar a Italia y a Madrid y adoptar criterios estrictos para minimizar los contagios», reivindicaban. Eso significa que las comunidades no deben esperar a ser declaradas, como Madrid o La Rioja en su día, regiones de transmisión comunitaria, sino adelantarse. «Lo importante es que todas las comunidades sigan el ejemplo de Madrid, que ya tiene una estrategia más estricta que Corea del Sur. Los datos dejan ver que la decisión hay que tomarla tarde o temprano. Cuanto antes mejor», explicaban, justo antes de que los últimos Ejecutivos autonómicos -Castilla y León y Andalucía- anunciaran anoche que la educación cierra dos semanas.

El ejemplo radical de Corea del Sur

El impacto mortal del virus del COVID-19 difiere por países, que tienen diferentes servicios sanitarios y cuidados paliativos. No se pueden comparar Irán e Italia, por ejemplo, lo que provoca que los índices de fallecidos sean tan dispares en los diferentes Estados.

En este apartado destaca Corea del Sur, siendo uno de los países más grandes (51 millones de habitantes) con la letalidad (porcentaje de los fallecidos entre los casos confirmados notificados) más baja. Esta cifra es de 0,8 (66 muertos); España, tiene un 2,8% y 84 finados, según los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad. Una cifra que se basa, sobre todo, en el gran número de pruebas hechas.

Hasta el 9 de marzo, se habían realizado 210.144 test del virus COVID-19. Unas cifras provocadas, en parte, por la cercanía en China y por estragos que en el pasado hizo el MERS en el país que ha permitido detectar con prontitud numerosos casos.