Este es el único lugar de la Tierra sin coronavirus

SOCIEDAD

Un grupo de turistas se bañan en la isla antártica de Decepción
Un grupo de turistas se bañan en la isla antártica de Decepción Xavier Fonseca

Un sistema de corrientes mantiene aislado a una región del planeta frente al virus que atemoriza a la población mundial

13 mar 2020 . Actualizado a las 11:21 h.

La Antártida sigue siendo el único lugar de la Tierra que resiste al coronavirus. El motivo es el mismo que explica por qué hay tan poca fauna y flora: la corriente circumpolar. «A lo largo de la historia del planeta los continentes se han ido moviendo y cambiando de latitudes mientras el clima les ha ido afectando de diferente manera. La particularidad de la Antártida es que la deriva la ha colocado en el Polo Sur», apunta Javier Hernández paleoclimatólogo de la Universidad de Londres.

Cuando la Antártida se instaló en el extremo sur hace unos noventa millones de años, su clima era todavía cálido y la vegetación mucho más abundante. «Por entonces había bosques como los que hoy encontramos en la Patagonia», apunta Hernández. En la actualidad, sin embargo, es el mayor desierto del mundo y solo hay musgos, líquenes, algunas aves y mamíferos marinos. 

El suceso que lo cambió todo ocurrió hace 30 millones de años, cuando se completó la separación de la Antártida y América del Sur. El Atlántico y el Pacífico se dividieron y se formó el paso de Drake o Mar de Hoces generando, además, la corriente circumpolar antártica, que aísla completamente al continente. «Todos los sistemas de aguas cálidas que llegaban hacia el sur se vieron frenados y no conseguían aportar calor a la zona. Esto también afectó a la atmósfera y las precipitaciones comenzaron a caer en forma de nieve, que poco a poco comenzó acumularse hasta convertirse, en edades geológicas, en lo que hoy es, un glaciar enorme, más grande que Europa y con un espesor medio de unos tres kilómetros», sostiene.

De la Antártida a Galicia

La corriente antártica profunda distribuye aguas frías por todos los océanos. De ahí que actúe como el gran refrigerador del planeta. «La temperatura media del agua de la corriente es de unos dos grados. Esto explica por qué frente a las costas gallegas, a unos 3.500 metros de profundidad, el agua oscila entre uno y cuatro grados. Sin esta masa de agua, que también existe en el Ártico, el planeta estaría mucho más caliente», reconoce el investigador.

Conocer cómo se ha comportado la corriente en el pasado permitirá a la ciencia tratar de entender su influencia en el presente y anticipar qué papel jugará en el futuro, en el contexto del calentamiento. «Necesitamos comprender los cambios naturales para averiguar de qué manera la actividad humana está influyendo y cuáles pueden ser las consecuencias».

Hernández, que pasó parte de su carrera científica en la Universidad de Vigo lanza un mensaje contundente sobre el momento actual. «Hemos creado una sociedad muy avanzada, pero cada vez vive más lejos del entorno natural y esto al final se traduce en que no sabes realmente qué es lo que está ocurriendo. Estamos modificando el entorno y desconocemos las consecuencias».