Italia, paralizada: «Los días laborables se están convirtiendo en festivos»

maria signo ROMA / LA VOZ

SOCIEDAD

Los convoyes del metro circulan semivacíos y los bares se vacían de clientes e incluso algunos se han visto obligados a cerrar. En España la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, impone el teletrabajo a los fiscales y solo acudirán al juzgado a las guardias, visitas y juicios

11 mar 2020 . Actualizado a las 09:37 h.

Son las 8 de la mañana del primer día de restricción de movimientos en Italia para contener el coronavirus, que llega ya a los 10.000 contagiados con 631 muertos, 168 más que el día anterior y 280 curados. Desde la televisión pasan anuncios con famosos pidiendo que nos quedemos en casa, mientras se repiten una y otra vez las nuevas disposiciones. El WhatsApp a esas horas ya está que arde. Sandra, madre de dos niños gemelos de 6 años, pregunta si puede llevarlos al parque. En el chat las opiniones son dispares. Hay quien le dice que sí, que al aire libre se puede estar, pero otros dicen que no ya que tendría que coger el coche y podrían pararla. Al final decide probar: «Los monto en el coche y los llevo. Además, tengo que ir a la farmacia», dice resignada. «Mi marido está en casa y no puede trabajar tranquilo con los niños por el medio chillando y jugando», añade.

¿Y los supermercados? El anuncio dado por el presidente del Gobierno Giuseppe Conte a las 9 de la noche del lunes provocó el pánico y los supermercados de Roma y Nápoles, que abren 24 horas, fueron tomados al asalto. Allí se pudo ver a algunos jugadores del Napoli como Llorente y Callejón haciendo la compra. Desde el Gobierno dicen que el tráfico de mercancías, sobre todo alimentos, no está afectado por las normas de movilidad limitada y que se podrá hacer la compra. Eso sí, con las debidas precauciones. En Milán, desde hace dos semanas hay largas colas a las puertas con clientes separados a más de un metro y entradas escalonadas. En ellas se mezcla rabia, resignación, esperanza y mucha paciencia mientras hay quien culpa al Gobierno, otros a los chinos e incluso al pobre director del supermercado.

Las ciudades están vacías con el tráfico reducido al mínimo. «Parece como si los días laborables se fueran transformado en festivos», dice Francesco Villa desde Milán. A la hora punta de las 7 de la mañana, el metro de cualquiera de estas ciudades aparece semivacío. Los pocos que lo usan se protegen con mascarilla y se sientan lejanos mirándose con desconfianza y recelo.

En el trabajo se ha impuesto una nueva rutina: antes de empezar, lavado de manos, desinfección de las manillas de las puertas, del ordenador, del teclado, del ratón y del teléfono. Fabrizio, que trabaja en la distribución de correo de Posta Italiana, se queja de que no les han dado guantes: «manejamos cientos de cartas y paquetes cada día y no estamos preparados», dice.

Angela Moruz, una moldava que trabaja como limpiadora, está preocupada. Vive en Pomezia, un ayuntamiento cerca de Roma y no podrá ir al trabajo. «Yo puedo quedarme en casa, pero mi marido y mi hijo no», dice al teléfono. Para poder ir a la capital tendrán que descargar del sitio del Ministerio del Interior un módulo de auto certificación que presentarán si les para la policía. Las multas son altas, 206 euros y hasta 3 meses de arresto si la causa no es justificada.

Aunque las oficinas municipales de Roma están abiertas, se recomienda al público que llame para fijar una cita mientras se invita a los trabajadores a trabajar desde casa. Para Eugenia la cosa aún no está muy clara: «Yo entrevisto a gente. No sé como haremos desde casa. Dicen que por videoconferencia. Hay mucha confusión», se queja mientras sigue los deberes que la maestra de su hija, en 5.º de primaria, le ha dado a través del registro electrónico que ya funciona desde hace unos años en todas las escuelas italianas.

En los bares, siempre tan concurridos al mediodía, apenas se sientan dos o tres personas. Algunos han optado por no abrir mientras en los escasos grupos que charlan y fuman en las aceras, la gente se mantiene a distancia. A media tarde desde la ventana veo una ciudad vacía. A esa hora siempre hay un gran ajetreo de gente y de coches coincidiendo con la salida del colegio cercano. Hoy apenas pasa nadie. En todo el día el WhatsApp no ha parado. Es lo único que nos mantiene en contacto mientras la esperanza llega de Codogno, el primer foco italiano. El paciente 1 mejora mientras bajan los contagios y aumentan las curaciones. El aislamiento sirve para algo.