De hecho, las ventas tampoco se han disparado. En el último mes han comercializado unas 200.000 mascarillas, poco más de un 30 % más con respecto a lo habitual. No pueden atender más porque no tienen producto para atender la demanda, y más cuando los fabricantes chinos con los que trabajan -aparte de con otros asiáticos- tienen secuestrada la producción por el Gobierno. «Es curioso que ahora recibamos millones de pedidos de China cuando se las compramos a ellos», dice Beatriz Ríos.