Gonzalo López-Gallego: «En "Néboa" he descubierto a unos actores gallegos maravillosos»

b. pallas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

BENITO ORDOÑEZ

El director asegura que el entroido es el punto de partida que determina un tono de «sobriedad y oscuridad» en la serie de TVE. Este miércoles La 1 emite su tercer episodio

29 ene 2020 . Actualizado a las 19:59 h.

Gonzalo López-Gallego, realizador de películas como El rey de la montaña, dirigió en Hollywood el thriller de ciencia-ficción Apollo 18 y la cinta de terror Open Grave. Ahora regresa a España con Néboa, que dirige junto a Jorge Saavedra y Manu Gómez y de la que asegura sentirse «muy orgulloso». Para él, cada capítulo es como un largometraje.

-¿Cómo llegó usted hasta la isla de «Néboa»?

-Cuando me llegó el primer guion y el mapa de tramas empecé a imaginármelo, un proceso de ir leyendo e investigando y dejándote llevar por la serie. Es vital hacer siempre el primer viaje de localizaciones para empaparte del entorno, ver las casas y conocer a la gente, ese retrato que vas a hacer, y poco a poco se va colocando en su sitio la forma personal en que lo vas a retratar. Ese es mi proceso, a mí me gusta mucho empaparme lo máximo posible. Tengo que querer primero a cada personaje, sea bueno o malo, y tengo que hacerme biografías de quiénes son, de cómo fue su infancia, qué relaciones han tenido, profundizar en sus perfiles para que luego en el rodaje los pequeños detalles crezcan y acaben de cerrar el guion. Ese es el proceso previo y luego toda la maquinaria va encajando.

-¿Qué distingue a «Néboa» de otros «thrillers»?

-Para mí era muy importante el hecho de que empieza con la muerte de una chica. Hay otras películas o series en las que no se dedica el respeto y el tiempo suficiente al hecho de que alguien muera. Tomamos siempre el hecho de que a alguien la han violado o asesinado como algo muy festivo. Por eso me parecía importante empezar una serie con ese impacto. Pasa un poco como en Twin Peaks, cuando se enteran de que Laura Palmer ha muerto y cómo todos los personajes se vienen abajo, cómo toda la comunidad se ve afectada por la muerte de alguien a quien quieren. En este caso quería ser muy consecuente y que mi forma de contarlo esté sustentando ese respeto por lo que está pasando, contarlo de una forma sobria.

-¿Cómo plantea el retrato de Galicia lejos de los tópicos?

-No me baso en tópicos porque no me aportan gran cosa, sino que me dejo llevar por lo que veo. Por esa razón ese primer viaje de localizaciones es muy importante, porque es la primera vez que ves con inocencia los sitios donde vas a rodar, y los descubres y empiezas a tener ideas y a recibir información. Hay que mantener eso que sentiste en ese primer momento y transmitirlo. Quería que Galicia tuviera un peso específico vital en cuanto a los exteriores, pero no por retratarla de una forma bonita, sino porque es un personaje que incluso puede ser oscuro y retorcido. Esa niebla que baja por las montañas, esos árboles, esos bosques, intentábamos contarlo de forma que parezca que siempre hay algo vivo, escondido, huyendo, escabulléndose. Nosotros teníamos nuestras reglas del juego para retratar esos paisajes de esa forma que no es preciosista, aunque al final evidentemente es precioso, porque lo que estás retratando es muy bonito. Hay una propuesta a la hora de contar los exteriores, pero también las personas que viven en Néboa. Tenía muy claro desde el principio que la idea de la llegada de una forastera debía afectar a cómo lo contamos, de forma que a Mónica se la retrata de una manera distinta al resto de los personajes, sobre todo en los primeros capítulos. El espectador es espía de esas personas que viven en esas casas. Es como si te metieras y estuvieras escondido viendo un momento íntimo, pero no en primer planto, sino siempre un poco alejado. Es una forma un poco aséptica que contrasta con la forma de contar el mundo de Mónica, que es el espectador y es la que viene de fuera a conocer este mundo. Ese lenguaje y esa propuesta va evolucionando y van teniendo más peso el resto de los personajes.

-Aseguró en la presentación que hacía tiempo que no podía trabajar con el mimo y la libertad con que lo ha hecho en «Néboa».

-Es cierto. He podido tener una propuesta y llevarla a cabo. Me gusta mucho lo que hemos hecho. Lo que tenía en la cabeza inicialmente era muy parecido al resultado final y me gusta mucho. Disfruto mucho esta serie.

-El primer episodio arranca con la espectacular fariñada, una borrosa mezcla harina y niebla. ¿Qué aporta el entroido a la atmósfera?

-Quería que Mónica descubriera ese mundo de la fariñada, que se metiera en ese sitio del que no sabe cómo salir, como idea de que ella es el personaje que descubre. Quería presentarle al espectador esa magia de entrar en una cortina blanca en la que no sabes a dónde vas y de pronto hay una gran fiesta. El entroido aporta mucha magia, aparte de lo exótico que tiene el descubrir algo completamente nuevo para alguien que no lo ha vivido. El entroido, como punto de partida, me ayudó mucho a buscar ese respeto y ese tono que quería conseguir de sobriedad y oscuridad de algunas celebraciones que he visto, donde aparecen esos osos que hacen que la gente sienta miedo y a la vez diversión. Eso inconscientemente ha afectado al diseño de la serie.

-¿Cómo ha sido trabajar con un elenco de actores gallegos?

-Aparte de Emma Suárez, con la que tenía muchas ganas de repetir y que es un monstruo de la interpretación, todos los demás actores están un nivel extraordinario. He descubierto a unos actores gallegos maravillosos. No tendrían por qué no serlo, pero es cierto que a veces trabajas con intérpretes que no están al nivel que tú quisieras y tienes que hacer tus apaños de montaje y rodaje. Pero aquí no he tenido ese problema en ningún caso. No es solo solvencia, es genialidad. Con todos estos actores repetiría y creo que no es casualidad. Algo pasa en Galicia que hay una cantera muy buena. No sé si es por las series o por el trabajo pero me ha sorprendido muy gratamente el descubrir grandes actores y estoy seguro de que me he dejado a muchos por conocer.