La secuenciación masiva del genoma del autismo y su posterior análisis con herramientas bioinformáticas ha permitido identificar 102 genes de riesgo, de los que 31 son completamente novedosos.
«Este es un estudio histórico, tanto por su tamaño como por el gran esfuerzo de colaboración internacional que requería. Con estos genes identificados podemos comenzar a comprender qué cambios cerebrales subyacen en las personas con TEA y comenzar a considerar nuevos enfoques de tratamiento», destaca Joseph D. Buxbaum, director del Centro de Investigación y Tratamiento de Autismo de Seaver, en el hospital Mount Sinai de Estados Unidos, la institución que lideró el consorcio internacional.