Registrado un caso en Francia de «shock» tóxico por una copa menstrual

la voz REDACCIÓN

SOCIEDAD

A una joven le amputaron los dos pies el pasado mes de junio por una infección causada por este método

21 ene 2020 . Actualizado a las 20:13 h.

 Tras la noticia de la muerte en Bélgica de una joven de 17 años por un shock tóxico causado por un tampón, los medios franceses han sacado a la luz una historia reciente de otra mujer a la que tuvieron que amputarle los dos pies el pasado mes de junio tras una infección similar, pero esta vez originada por una copa menstrual. 

El diario Le Parisien cuenta como Sandrine Graneau pasa ahora su vida haciendo rehabilitación para aprender a caminar con las prótesis que tiene en sus pies. Se los amputaron el 11 de junio del año pasado, tres semanas antes de que le quitaran parte de los dedos de las manos.

La enfermera fue víctima del shock menstrual tóxico, y ha dado a conocer su historia para que se visibilice la posibilidad de que la infección se produzca también con el uso de una copa menstrual, una copa de silicona, con forma de embudo para recolectar sangre. Sandrine quiso hablar sobre el tema para que las mujeres estén protegidas ante este tema y, por su parte, la agencia de seguridad sanitaria Anses, pide que se ofrezca a las mujeres «información más clara».

«Cuando escucho que la infección está relacionada con un mal uso de copas y tampones por parte de las mujeres me desanima -asegura Sandrine- ya que la información que se nos brinda no es clara. Según el fabricante, está escrito en las instrucciones que las copas se pueden tener puestas 4, 6, 8 o 12 horas ¿Por qué no se indica un tiempo de uso claro y ordenado? Después de todo, lo hacemos bien en los paquetes de pasta».

Sandrine no recuerda cuántas horas tuvo la copa puesta ese día de abril. Varias, sin duda. En la entrevista a Le Parisien asegura que estaba al final de la menstruación, tenía que hacer la cena a los niño ... Y luego, por la noche, empezaron los dolores, primero leves y luego más intensos. En urgencias pensaron que eran cálculos renales.

Al día siguiente por la mañana su tensión era tan baja que ya no era recuperable. La tuvieron que sacar en una camilla por la ventana. En el hospital, cuando su tez se puso roja, el médico de la urgencias comprendió que era shock tóxico. «No son tanto las bacterias las que son peligrosas como el daño que causa a los órganos. La toxina se propagó a mis riñones, mis pulmones, mi hígado», explica Sandrine, que pasó tres semanas en cuidados intensivos.

Una asociación para dar a conocer el shock tóxico.

Cuando se despertó fue consciente de que había salvado su vida, pero también de que tendría que llevar prótesis para siempre. «Tuvimos que cortar dieciocho falanges, pero pudimos guardar una en cada dedo. Eso es lo que me permite sostener el teléfono para hablar contigo», asegura. O para echarle sola el champú a Agustín, de 5 años, el último de sus tres hijos. «Si estoy moralmente jodida, todo está jodida; así que aguanto, incluso si hay días menos fáciles».

En septiembre, los jóvenes de Montoir-de-Bretagne, su pequeño pueblo, organizaron una velada en su honor. Ahora le gustaría hacer labor de prevención y ha creado su propia asociación, Dans mes baskets . Está decidida a dar a conocer el shock tóxico y hablar también sobre el mundo de la discapacidad, que está descubriendo poco a poco.