La isla adonde las focas van a dar a luz

colpisa HELGOLAND

SOCIEDAD

Centenares de estos mamíferos dan a luz a sus crías en un pequeño promontorio alemán

15 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En pleno mar del Norte, a unos 60 kilómetros de la costa alemana, la isla de Helgoland, una minúscula porción de tierra con impresionantes acantilados, atrae todos los años a numerosos turistas, que sin embargo no llegan al promontorio deslumbrados por los sorprendentes paisajes de un lugar cuyo nombre significa «tierra sagrada». Tampoco les arrastra el turismo de sol y playa. Cada año, entre noviembre y enero, la duna de Helgoland, una de las playas del norte de la isla, es literalmente invadida por focas que llegan a su arenal para dar a luz.

Los recién nacidos, de piel blanca y con aspecto de peluche, son el foco de atención de los fotógrafos aficionados. «Están tan cerca ahora. Los miro a menudo en la televisión, pero aquí es aún más apasionante», explicó Karin, una turista alemana que llegó a ver el espectáculo de la naturaleza desde Essen, en el oeste de Alemania.

La asociación Jordsand, que trabaja para la preservación de la biodiversidad de los espacios costeros, tiene ya registrados más de 520 nacimientos desde noviembre pasado. Junto a dos guardias forestales del municipio de Helgoland, empleados de la asociación son los encargados de vigilar el comportamiento de los turistas en esta isla de belleza salvaje, donde en el siglo XIX se escribió el texto del himno nacional alemán.

Los visitantes tienen instrucciones claras de no aproximarse a menos de 30 metros de las focas, principalmente durante las semanas que dura el período de reproducción. A pesar del afecto que generan en los turistas cuando son pequeñas, las focas adultas pueden pesar hasta 300 kilos y no dudan en morder a quien sea para defenderse.

Ute Pausch, guardia forestal en Helgoland, hizo hincapié en lo que de vez en cuando es un problema. «A veces, los turistas olvidan los límites y se aproximan mucho», señaló. «Hay consecuencias negativas en verano, porque las focas se acostumbran a la gente. Y cuando quieren jugar en el agua pueden herir a los bañistas», agregó. Este es el motivo principal de que se construyese un camino para mantener a distancia a los visitantes. Una medida todavía más necesaria desde que, en estos últimos años, el número de focas reunidas en la playa para parir ha aumentado. Los bebés foca se quedan unas tres semanas junto a su madre, el tiempo del destete, antes de lanzarse al agua. Se emanciparán en aguas gélidas, pero seguirán cerca porque, a partir de la próxima primavera, volverán a Helgoland para cambiar de piel y encontrarse de nuevo frente al objetivo de los turistas.