Aterrizaje blanco en Lavacolla: «Cuando ves las primeras 3 o 4 luces ya sabes que vas a poder aterrizar»

C. Castro

SOCIEDAD

Cedido

Un piloto grabó estas espectaculares imágenes cuando se aproximaba al aeropuerto Rosalía de Castro

10 ene 2020 . Actualizado a las 10:15 h.

«Abróchense los cinturones, nos acercamos a Santiago de Compostela». Una frase parecida pudo sonar este miércoles a bordo del avión que iba a tomar tierra en Lavacolla pasada la una y cuarto de la tarde.

Enfrente el panorama era completamente blanco y anticipaba un aterrizaje cuando menos, más tenso de lo normal. Una densa niebla cubría la capital de Galicia y en concreto la pista de aterrizaje. «Entra dentro de lo normal, no pasa todos los días pero estamos preparados para eso. Hay más tensión, eso sí». El que habla es Enrique, quien iba a los mandos de ese avión y quien grabó estas imágenes tan espectaculares. «Dejamos la cámara ahí puesta y nos olvidamos. Pero es cierto que las vistas desde la cabina, las que no ve normalmente la gente, son espectaculares. Después ves los 12 minutos condensados en 27 segundos y es increíble».

La niebla este miércoles complicó la maniobra a bordo del Boeing 737. «Normalmente ves la pista antes. En este caso, no fue hasta los 150-100 pies (entre 30 y 45 metros de altura)». Así planteado, parece muy poca altura. «No te creas, no es mucha pero el límite para poder tomar tierra está en 50 pies. Si en ese momento no vemos la pista, hay que abortar el aterrizaje».

En situaciones como estas la clave está más allá de los cinco sentidos del piloto. En Lavacolla está activado el sistema de ayuda a la navegación ILS de rango III, el sistema de mayor precisión que existe. «En Santiago además la información del viento se la pedimos directamente a los controladores. Veníamos de Alicante, con un sol de justicia y en poco más de una hora cambió totalmente. Hay tensión hasta que ves esas 3 o 4 primeras luces y ya sabes que vas a poder aterrizar».

Lo contrario, desviarse, es como recuerda Enrique, la opción menos deseada por los pasajeros pero también por la tripulación. «Lógicamente siempre queremos llevar a los pasajeros a su destino».

Lavacolla cuenta desde el 2001 con ese sistema de aterrizaje instrumental pero tiene otra particularidad. «Lo normal es que cuando hay niebla casi no haya viento y la situación atmosférica sea muy estable. Pero en Santiago no, aquí se pueden combinar la niebla con el viento racheado o cruzado. Esa es la combinación más peligrosa. Si se produce todo a la vez, hay que tener cuidado porque los límites se reducen».

El final del vídeo evidencia que todo salió bien. Un aterrizaje espectacular para los profanos y algo más difícil de lo normal para Enrique. Seguro que a bordo hubo aplausos y merecidos.