Arte milenaria en el corazón de Galicia

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras CARBALLO

SOCIEDAD

El monte Farelo es el gran vigía del corazón de Galicia. En una de sus alas, en una vieja ruta milenaria, hay escondido entre tojos y retamas un museo prehistórico formado por decenas de petroglifos

16 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En el corazón de Galicia el viento suena a frío y a soledad. Late fuerte, pero con sensación de desierto. El monte Farelo es como el puente de mando solitario en el medio toda esta tierra. Desde su mirador se pueden contemplar las cuatro provincias gallegas. En su caída hacia los concellos de Antas de Ulla (Lugo) y Agolada (Pontevedra) se describe un camino de tránsito humano desde los tiempos más remotos. Una especie de autovía pedestre por la que discurrieron generaciones y generaciones de personas que dejaron más interrogantes que certezas. Y es ahí donde se esconde un enorme museo de arte rupestre de la Edad del Bronce. Son figuras de tipología abstracta o geométrica. Cuentan los especialistas de A Rula hasta unas 50 rocas con grabados en Antas de Ulla (Lugo) y 35 más en las parroquias de Agolada (Pontevedra) que adornan en secreto este vigía galaico.

Los más fáciles de alcanzar son los de San Fiz de Amarante. En el acceso a este museo pétreo se alcanza a ver algunas huertas con las últimas manzanas abandonadas en el suelo y algunos robledales con ejemplares robustos salpicados de castaños a la orilla del camino. En una leira hay tantas calabazas esparcidas que parecen puestas para una exposición. En el camino ya próximo a los paneles de petroglifos las ramas de los árboles se abrazan como en un ceremonial pacificador. Entre las aldeas de Somoza, Ermide, Bellós y San Fiz, en Antas de Ulla, y las de Axiaz, Laxosa, Gurgueiro y Ventosa, en el de Agolada, está el tesoro guardado durante milenios por los moradores de este territorio. Junto a los grabados se contemplan las copas de los robles y los casales dispersos, algunos con fecha de construcción, 1886. Están en una vía natural que bordea el Farelo comunicando la comarca de Ulloa con la de Deza. «Unha das zonas con maior concentración de petróglifos do chamado Grupo Galaico de Arte Rupestre», explica el archivero de Teo, Pablo Sanmartín. El Concello de Antas de Ulla, agrega, «posúe o maior número de petróglifos catalogados e representa preto do 30 % do total dos rexistrados na provincia de Lugo».

Y en esta muestra que dejaron los ancestros se puede ver un inmenso alarde de espirales, combinaciones diversas de círculos concéntricos de varios tamaños, posiciones y estado de conservación, anillos, pequeñas cavidades circulares y surcos lineales forman parte de este repertorio que parece inagotable. Los domingos, los cazadores hacen compañía a lo lejos con sus silbidos y alguna que otra detonación acompañado de una generosa audición de ladridos.

Consideran los especialistas que es una de las áreas arqueológicas más importantes de Galicia, pero muy desconocida. Muchos de los ejemplares ni están catalogados ni delimitados ni incluidos en los planes autonómicos. Pena dos Chaos, Pena da Linaza, Pena Malvís o la Pena do Trevo forman un lugar misterioso castigado por los vientos, pero que atesora un fabuloso museo callado desde hace tres o cuatro mil años.