En esta iglesia de Carballo el hijo pródigo y su padre son independentistas: lacito y «senyera»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

Ana Garcia

El párroco encargó el mural y el autor lo ha cambiado porque no se lo han pagado

12 nov 2019 . Actualizado a las 15:56 h.

De alguna manera O’Mighelo considera que la parábola del hijo pródigo, del Evangelio de Lucas, tiene algo que ver con los independentistas catalanes que claman por poder votar la república. Hasta ahora era algo que estaba en su cabeza o en las conversaciones con los amigos, pero ahora luce enorme en la medianera que da al atrio de la iglesia de Carballo. El padre lleva en su pecho un lazo amarillo y el hijo, una senyera a modo cinta para el pelo. Así es desde hace diez días. A las 11 de la mañana, «a cara descuberta, sen pasamontañas nin nada», se personó ante el mural y lo tuneó para hacerlo más suyo. El motivo es que lleva desde que lo terminó, en abril del 2017, sin cobrarlo. Se lo pidió el párroco, José García Gondar, que hasta le mostró una fotografía de lo que exactamente quería. Ni el estilo ni la temática tienen nada que ver con lo que suele hacer Miguel Anxo Calvo, O’Mighelo, pero no es el primer artista con ese nombre que trabaja para la Iglesia por encargo, salvando las distancias.

El problema es que O'Mighelo todavía no ha recibido los 1.200 euros, sin IVA, en que valoró su trabajo y el material empleado. Cuando fue con la factura al cura lo envió con la minuta a Xosé Regueira, el concejal de Promoción Económica, alma de los programas Derrubando muros con pintura y Rexenera Fest, con los que se han convertido en obras de arte decenas de medianeras y muros de ladrillo visto en Carballo. El edil, que aportó los andamios y algo de pintura, no se hizo cargo y Miguel Anxo se dirigió al de obras, Luís Lamas, que tampoco se ocupó. Acabó tratando con el alcalde, Evencio Ferrero, pero para entonces se le había terminado la paciencia y se negó a cobrar del Concello. «Non quero un chanchullo. Se queren que arreglen eles con don José e que el me pague», dice.

La introducción de los símbolos nacionalistas no es una forma de presión, dice, aunque está a la espera de la reacción del párroco que, por el momento, parece no haberse dado por enterado. Lo que quiso hacen el Día de los Difuntos fue «facer a obra algo miña porque non me deixaron e agora ten unha segunda versión».

El párroco no es Julio II ni Miguel Anxo es Buonarroti, pero el encargo del primero fue muy concreto, tanto que «o único que puiden variar foi a forma da herba e as flores» y ahora, sin pago por medio, le resulta incómoda una obra que no le representa, por lo que no descarta una segunda intervención.

Curiosamente, la modificación ha pasado desapercibida en Carballo, pero este fin de semana se abrirá la carpa de Cáritas en el atrio y para entonces, la relación entre la parroquia y el artista será la comidilla del pueblo.

De momento, O’Mighelo no tiene claro cuál será su próximo paso, pero está convencido de que la parábola del Nuevo Testamento tendrá una segunda lectura, como el resto de sus trabajos. El mensaje de esa historia será necesario para restañar heridas entre las partes, pero no está claro cuál será el arrepentido y cuál el misericordioso. O’MIghelo está dispuesto a sacrificar su trabajo, haciéndolo desaparecer, pero no su dignidad.