El obstetra de los horrores

m. f. s. REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Era el «doctor Cinco Minutos» y ahora es el «Frankenstein de Setúbal»; el bebé sin rostro ha destapado otros casos durísimos de niños cuyas ecografías eran supervisadas por Artur Carvalho

31 oct 2019 . Actualizado a las 20:59 h.

Vanessa Carrajola sostiene una fotografía enmarcada. La imagen muestra el primer plano de un bebé arropado con una manta de pequeñas estrellas. Así posa para Correio da Manhã. Vanessa no mira la foto, la única que tiene de su hijo. Sus ojos buscan el exterior, la luz de la ventana. El titular del diario es demoledor: «Mi bebé nació para sufrir y morir». El pequeño Vicente falleció 14 días después de haber venido al mundo. No tenía ventrículo izquierdo y su arteria aorta estaba cerrada.

Su historia no es nueva, pero vuelve por Rodrigo, el niño sin rostro, es el que ha abierto las puertas de este particular infierno de niños nacidos con malformaciones tan graves que les cuestan la vida, los sentencian a la agonía, los condenan a la dependencia. Rodrigo nació sin ojos, nariz y parte del cráneo. Su drama destapó las supuestas negligencias del obstetra Artur Carvalho, el hilo conductor de todos estos dramas. Los padres lo llamaban «doctor Cinco Minutos» por el tiempo en el que despachaba las consultas. Pero parte de la prensa portuguesa lo ha rebautizado como «el Frankenstein de Setúbal».

Correio da Manhã contabiliza al menos tres niños que fallecieron a causa de las malformaciones y cuyas ecografías habían sido supervisadas por Carvalho. Alfonso, con graves problemas de corazón, vivió cuatro meses. Beatriz soportó seis. El periódico portugués Público relata que Diana vino al mundo en el 2016 con dos rectos, dos vaginas, un solo riñón y espina bífida. Su madre explica que la niña pasó sus dos primeros años en el hospital, sometida a un rosario de intervenciones quirúrgicas.

 «Todo normal»

Los padres acuden a los medios para que se reconozca su calvario. Laura Afonso cuenta que durante su primer embarazo preguntaba constantemente a los doctores si todo estaba bien. «Era un bebé muy deseado», explica. Asegura que nunca olvidará lo que le respondió Artur Carvalho: «Ya quisieran todas las embarazadas tener un embarazo tan saludable como él suyo». Hizo cinco ecografías con el obstetra. Los atendía entre cinco y siete minutos. «Todo normal. Es lo que siempre respondía». Ahora, ocho años después, Laura sostiene a su pequeña en brazos ante las cámaras. Luana parece que intenta jugar con su padre, sentado al lado. Se mueve de forma torpe. A Laura le aseguraron que iba a ser una niña «perfecta y saludable». Pero llegó sin barbilla, con lesiones cerebrales graves y las piernas al revés, como recoge la revista Vip. La tenían en una incubadora, tapada. El impacto fue brutal. A día de hoy la niña no puede caminar ni hablar.

El presidente del Colegio Oficial de Médicos de Portugal, Miguel Guimarães, confesaba a La Voz de Galicia que el escándalo había destapado un fallo multiorgánico en el sistema sanitario portugués. Ni la organización colegial ni el Ministerio de Sanidad ni la Fiscalía habían actuado para investigar las prácticas de Carvalho. «Todos hemos fallado», admitía. Tuvo que llegar Rodrigo, nacido el 7 de octubre y al que los médicos solo daban unas horas de vida, para que el resto de padres afectados unieran las piezas del rompecabezas. Sus quejas anteriores habían servido de poco, cuatro procesos abiertos que no habían impedido al obstetra seguir ejerciendo y cinco que fueron archivados. Carvalho ha sido suspendido a la espera de que se investiguen todas las denuncias. Mientras, Rodrigo sigue agotando la vida, perdiendo peso.