José Manuel Costa: «Es alucinante subir a 1.500 metros y ver que los romanos estuvieron allí»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Sandra Alonso

El cambadés José Manuel Costa, investigador del grupo Roman Army, incide en el origen itálico de los soldados en Galicia

23 oct 2019 . Actualizado a las 23:30 h.

El reciente hallazgo de 22 campamentos militares del Imperio Romano en el noroeste de la Península tiene tras de sí varios años de trabajo y el sello del grupo de investigación Roman Army, en el que asoma la cabeza de José Manuel Costa, arqueólogo formado en la Universidad de Santiago de Compostela.

«Esto viene desde aproximadamente el año 2006», dice Costa. Desde entonces, en colaboración con otros compañeros de la península ibérica, han trazado e identificado una serie de asentamientos entre Galicia, Asturias, parte de Castilla y León y el norte de Portugal. «Nos hemos aportado conocimientos y técnicas de forma conjunta, y al final eso tenía que estallar por algún lado», explica. Se refiere al estudio que ha desembocado en el descubrimiento de estas guarniciones detectadas gracias a la tecnología LiDAR, con radiografías sobre el terreno. Antes, se trabajaba mucho más con fotografía aérea.

Sandra Alonso

Este proceso también ha exigido que los propios historiadores se reciclen y asuman usar herramientas para procesar datos. «Nos hemos tenido que ir de la zona de confort, y aprender más con los ordenadores», asume Costa. Hacen trabajo de campo durante el verano y, en los meses más fríos, aprovechan para estudiar e identificar los materiales hallados.

«Y en estos sitios apenas los hay. Sin excavaciones o el uso de carbono es difícil», comenta. Pero sí han hallado algún patrón en la distribución de los campamentos. Los de mayor dimensión, situados en los parajes de Lomba do Mouro y Chaira da Maza, en Ourense, podían albergar a 14.000 legionarios. «Es parecido a lo que ocurría en Asturias y Cantabria. Se ubicaban siguiendo las vías en el cordón inferior de las montañas», dibuja.

Los romanos, a los ojos de Costa, eran concienzudos. No escogían las ubicaciones por azar y el volumen de soldados respondía siempre a una intencionalidad. «Mucha de las elecciones se debían seguramente a cuestiones de seguridad y orden interno, y se usaban rutas que ya existían», detalla.

Sobre el papel, parece que los militares del Imperio intentaban comprender qué terreno pisaban. «Es uno de los mejores ejemplos que explica cómo se adaptaban. Su mentalidad era esa. Y son sorprendentes los casos de Lomba y Chaira por sus dimensiones y los muros de piedra que los rodean», cuenta. Allí podían pasar días o semanas, pero las construcciones no se llevaban a cabo pensando en ser efímeras. «Eso indica eficiencia y mucho trabajo».

Costa ilustra la complejidad del reto del Imperio en su vigilancia del noroeste peninsular hablando de las tierras que ahora pisan los senderistas o montañeros. «Es alucinante subir ahora a 1.500 metros de altura y pensar que ellos ya estuvieron allí hace 2.000 años. Y que supieron sobrevivir a las condiciones de frío o insalubridad», determina.

El reto ahora pasa por encuadrar estos campamentos en un contexto temporal. La mayoría se encuentran entre las provincias de Lugo y Ourense, pero también han encontrado otros en Pontevedra y A Coruña. «Todo tiene su lógica. No mueves una guarnición de 1.000 hombres a un lugar concreto si no es por una buena razón. Puede ser para mostrar su fuerza o porque hay un peligro latente. O quizá para explotar los recursos, pero en las áreas de montaña de las que estamos hablando, no había precisamente cosas que ellos buscasen», dice Costa. Sí saben, en la actualidad, que muchos de los legionarios procedían de Italia, aunque luego pudiesen reclutar entre el propio territorio autóctono.