«El techo de cristal aparece a partir de la etapa posdoctoral: solo un 30 % alcanzan puestos de jefas de grupo; menos del 15 % llegan a cargos académicos y menos del 5 % a puestos de decisión y mando», asegura María Dolores Mayán, también del Inibic. «A las mujeres -relata- no se nos tiene en cuenta para puestos de responsabilidad y de toma de decisiones. Sabemos que no estamos en esas quinielas. Son puestos que están reservados para hombres y, normalmente, para hombres con canas». Y continúa la reflexión: «Ni el sexo ni la edad hacen el talento o la sabiduría, tampoco la experiencia. Hay gente que con 20 años de experiencia parece que tiene un año repetido 20 veces, pero si es hombre sigue teniendo preferencia para ocupar puestos de dirección frente a cualquier mujer con mayor valía».
María de la Fuente, del grupo Oncomet de Santiago, vivió la discriminación en sus propias carnes. «He sido penalizada -dice- en mi carrera profesional por haber sido madre, y esta situación aún no se ha resuelto». Pese a que desde que denunció su caso han cambiado las cosas para mejor, cree necesario «legislar para evitar que las mismas historias se repitan en el tiempo». A su juicio, habría que implementar «sistemas de evaluación, así como de promoción en la carrera profesional, justos y ponderados, porque la maternidad no es el único factor a tener en cuenta». «Es necesario -apunta- evitar sesos de género para lograr la igualdad en los puestos de toma de decisiones. Y son necesarias actividades dirigidas a aportar visibilidad, de empoderamiento, de mentorización...».