Los virtuosos gallegos que enseñan música en la Orquesta de las Verduras

Gladys Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Clara (en la primera fila, en medio) y Daniel (en la última, también en medio) repetirán la experiencia
Clara (en la primera fila, en medio) y Daniel (en la última, también en medio) repetirán la experiencia

La formación nació en un pueblo del centro de Guatemala prácticamente de la nada

18 nov 2019 . Actualizado a las 08:42 h.

El de la coruñesa Clara de Soto es uno de esos talentos gallegos que tenemos por el mundo. Ella estudia música al más alto nivel en la ciudad alemana de Colonia. Lo suyo es la flauta. Su sueño, tener plaza en una gran orquesta. En su ajetreada vida entraba hace algo más de un año un proyecto que la enamoró. Esa idea tiene la cara de felicidad de unos jóvenes apasionados por la música clásica. Una pasión no siempre entendida en el lugar en el que viven.

El impulsor, un maestro de escuela sin formación musical, ya ha fundado dos grupos «Conocí el proyecto gracias a un amigo y llegué allí a través de una ONG alemana». Era febrero del 2018 y Clara aterrizaba por primera vez en Santa Cruz de Balanyá. «Es un pequeño pueblo eminentemente rural, que está en el centro del país». Lo más peculiar de ese lugar es que allí nació hace 15 años la Orquesta de las Verduras, el sueño de un auténtico genio local. «El director era un profesor de escuela y decidió montar la orquesta de la nada». Ese hombre, Edras Patá, se empeñó en que los más jóvenes del pueblo tuviesen acceso a la música clásica. «Todos allí se dedican a la agricultura. Lo que hicieron fue sembrar un campo y todos esos beneficios fueron para comprar los primeros instrumentos. Por eso recibe el nombre de la Orquesta de las Verduras». Y así, con apenas unas nociones de música, surgió un proyecto integrador que poco tiene que ver con las exigencias técnicas que viven los músicos en las escuelas tradicionales. «Es lo contrario de lo que vivo yo en Alemania. El director usa la música para transmitir valores. No se busca la perfección. Les transmite cosas como que no se olviden de disfrutar o de sonreírle al compañero de al lado». Este mundo tan diferente conquistó a esta virtuosa gallega de 21 años. Tanto que este verano ha pasado en Guatemala mes y medio y además se ha llevado refuerzos. Por un lado, Clara se cargó de material. Lo hizo gracias a la colaboración del Conservatorio Profesional de Música da Coruña, donde ella estudió. La escuela dedicó su semana solidaria a recaudar fondos y todo tipo de elementos: fundas, partituras, resinas o cuerdas. «Me llevé incluso cinco violines», explica feliz.

El otro refuerzo era formativo. Con Clara viajó Daniel Vlashi, un joven violinista coruñés de 22 años que, además de sus colaboraciones con la Sinfónica de Galicia, cursa un máster en Berlín. «Yo atendía a la sección de viento y él a la de cuerda».

De sus alumnos no tienen queja. En Santa Cruz de Balanyá han descubierto qué les aporta la música clásica a estos jóvenes. «En Europa tenemos acceso a salas de conciertos, a escuchar a una gran orquesta. Ellos no conocen ni a la gente más famosa de la música clásica. Son muy agradecidos. No están acostumbrados a tener profesores, clases individuales, e intentan aprender todo lo que pueden».

Preguntarle a Clara si va a volver está de más. «Te cuento otra cosa: ya hay una segunda Orquesta de las Verduras. El director montó una en el pueblo de al lado. La cuestión no es mejorar la original, sino que la idea se expanda. Va puerta por puerta diciéndole a los padres: ‘por favor mándeme a su hijo a la escuela’». Así ha conseguido que los niños sepan que pueden hacer lo que se propongan.