Señalan que, además, nunca deberían revelarse los nombres y apellidos reales y completos de los menores, ni es aconsejable aportar datos que sirvan para localizarlos, como su dirección, su colegio, su equipo deportivo, sus lugares favoritos o sus actividades extraescolares. Avisan del peligro de que determinados fragmentos de información puedan ser utilizados para elaborar falsos perfiles y engañar a otros adolescentes o para suplantar identidades. Desde el estudio de Microsoft inciden también en que los datos de niños se usan habitualmente para cometer fraudes bancarios y que cada vez se dan más casos de personas que, cuando son mayores y abren una cuenta, descubren que otros habían solicitado créditos y préstamos usando su nombre unos años antes.